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SONRISAS Y LÁGRIMAS. Monsieur Batignole, dirigida e interpretada por Gérard Jugnot, aborda un asunto poco tratado por el cine francés: el del colaboracionismo del pueblo galo con los nazis durante la II Guerra Mundial. No obstante, a pesar de su innegable componente dramático, el filme de Jugnot se aleja de la tonalidad documental y de la finalidad protestataria para insertarse de lleno en una tradición ampliamente cultivada por el cine francés. Nos referimos a una tendencia de factura tradicional que bebe tanto de los cauces del melodrama como del vodevil o incluso de un humor negro menos cáustico que el de filiación hispánica. Así, bajo su apariencia de un filme modesto, costumbrista y bienintencionado, en la estela de Amélie, se esconde una sátira que funciona muy bien cuando se atiene al plano realista, pero que pierde altura cuando se deja llevar por el sentimentalismo o por los trazos de un humor grueso y caricaturesco (véase, en ese sentido, la historia que concierne al eterno aspirante a yerno del protagonista).
Si formalmente Monsieur Batignole remite, como decíamos, a una corriente de cine popular muy enraizada en el país vecino, los principales referentes argumentales de Jugnot también resultan identificables para el cinéfilo aplicado. A lo largo del filme resuenan los ecos de La vida es bella y de Sonrisas y lágrimas, aunque la cinta que nos ocupa carezca del sentido del humor chaplinesco de la primera y de la inocencia desarmante de la segunda. De hecho, Monsieur Batignole se divide en dos partes claramente diferenciadas. La primera mitad del relato se ambienta en un suburbio de París y se centra en el claustro familiar del protagonista, que regenta un próspero negocio de charcutería. Por su parte, la segunda mitad se localiza en un espacio rural, al que Batignole llega zarandeado por una inesperada peripecia vital. Esta escisión provoca una desavenencia tonal, supongo que buscada deliberadamente por el realizador, pero que acaba perjudicando a la congruencia interna de la narración. Si en La vida es bella el tránsito desde el humor del absurdo hasta lo trágico parecía una consecuencia inevitable del desarrollo del filme, en Monsieur Batignole las derivaciones de la trama, en ocasiones demasiado abruptas, parecen anteponer la voluntad del realizador al curso natural de los acontecimientos.
Sin embargo, aunque algunas de sus soluciones se revelan demasiado precipitadas, Monsieur Batignole sigue siendo un filme estimable. Lo más destacado reside, tal como sugiere su título, en el retrato de un personaje que pasa de ser un mero tipo costumbrista (un tendero atento tan sólo a su negocio) a un individuo con encarnadura humana y con auténticas preocupaciones cívicas. Poco importa, pues, que Jugnot a veces cargue las tintas del dramatismo o ceda a la tentación del happy end, lo que con toda seguridad le afeará la crítica más engagée. Pero pedirle a Monsieur Batignole una denuncia política expresa supone incurrir en un error de perspectiva. El espectador se enfrenta a una tragicomedia con momentos inspirados y con algunas caídas en lo convencional o en lo inverosímil, compensadas, eso sí, por la descripción de una curiosa galería de caracteres, entre los que sobresale el perfil de Batignole. Bien mirado, son virtudes más que suficientes para recomendar la visión de la película.
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Publicado el lunes, 2 de mayo de 2005, a las 20 horas y 57 minutos
[1] La vida no es bella. Y Monsieur Batignole menos.
Comentado por
Carles | 04/5/2005 14:42
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