LOS VAQUEROS DE LIN, DESHUMIFICADA. Ya no se puede encender ni un sólo cigarro en el jardín aéreo de Camden Town. Las tablas húmedas que
Lin,
mi ecobarbie favorita, agujereaba con sus taconcillos de colibrí son ahora maderas secas que podrían arder, dicen, como el
papel de fumar. He aquí un placer más castrado: el de humear, escuchando música clásica con mi radio portátil y analógica, mientras ella, bella, riega sus florecillas suertudas.
En fin: apenas quedan ya
malas hierbas en los maceteros; la tierra, removida; Lin, de cuclillas; sus manos, siempre plastificadas; y sus vaqueros, prehistóricos, pasados por la piedra...
¿Donde has comprado esos jeans,
boquita de grosella? Viéndote enfundada en ellos, toda tú eres déjà vú.