SERVIDOR, SI ESTUVISE EN SU LUGAR, NO SE LO PERDERÍA. Fino Oyonarte es uno de los músicos más hiperactivos, trabajadores y humildes de este país. Ha producido con la misma ilusión a bandas que hoy quitan el hipo (o lo quitaban:
bye, bye Mercromina) y a combos que no consiguieron salir del amauterismo.
En Los Enemigos, supo tirar de las riendas de ese caballo, en ocasiones, desbocado para que todo saliese bien (y bien significa que los madrileños, con permiso de Almería, adquieresen el estatus de eternos), un mérito, además del musical o compositivo, que es de justicia recordar.
Fino era la cara pop de Los Enemigos, cierto, aunque su alma roquera era más auténtica que un Lacoste de El Corte Inglés. Viaje a Nueva York con Cristina Plaza al cuartel general de Nada Surf (sí, intuímos entonces que aquel parón podía significar algo más que un kit kat enemigo después de casi quince años juntos): un respiro que, gracias a Mao, dio origen a lo que hoy es
Clovis, a quien servidor todavía no ha visto con banda y, seguramente, no sabe lo que se pierde. Acreditamos, eso sí, la energía que consigue transmitir la pareja con una voz, una guitarra y unas bases. No es fácil, no.
Ahora, están de gira con su banda. Hoy en Coruña y mañana en Vigo. Siento no poder estar allí, la verdad, porque me gusta lo que hacen y porque siempre he admirado la ilusión y la fuerza tan grande que Fino imprime a todo lo que tiene entre manos. Con Clovis, más que un niño con zapatos nuevos, es una criança con disco fresquito,
Respira, excusa perfecta para presentarse en el Mardi Gras y en La Fábrica de Chocolate.
En fin, detrás de un gran hombre, siempre estará
Cristina.