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AJOS (1) El ajo es un bulbo procedente del campo, y que conocen todos a los que les gusta comer. No digo que sea lo único que les gusta. O que si no te gusta el ajo seas un asno, y no un gastrónomo. Bueno, en vez de asno pongamos gastrófobo. Pero no es así. Hay mucha gente a la que no le gusta el ajo y sabe comer. Porque sobre gustos hay tanto escrito, que solo hay que escoger. O decidirse solo. Lo que es más comprometido, más divertido, pero nos deja sin argumentos de autoridad. Pero con uno de peso. Que nos guste, o no, la elección es nuestra.

Ya me estoy yendo por las ramas. Si de lo que tengo que hablar es del ajo. Pues hablaremos del ajo. Se cree que este pequeño bulbo, y digo pequeño, porque no sé de ningún granjero de allende los mares, ni de acá, que haya sacado ninguno que pese un kilo, todavía. Y si alguien conoce el caso, que lo diga. Porque, aun sin haber mirado, dudo que esté registrado el ajo en el Guiness de los récords.

El ajo se conoce desde hace unos cinco mil doscientos años. O al menos se tiene constancia de él desde esa época. Pero, realmente, el ajo ha pasado por toda una serie de vicisitudes. Los egipcios lo usaban para ciertos rituales. Y le daban otros usos, aparte del culinario. Es decir, que se usaba para ciertos rituales o para ciertos remedios terapéuticos. Claro que todo depende de cómo se hagan las cosas.

Recuerdo, no hace mucho, la extraña moda de macerar ajos en orujo, y beber unas cucharaditas al día de esa mezcla que tanto vi hacer hace unos años. Claro que decían que era para la circulación. En cuanto la sanguínea, debo de reconocer que no sé si tenía algún tipo de influencia. Lo de los coloretes siempre lo atribuí al orujo. Y para lo que sí que ayudaba era que nada más tomarlo, uno se podía pasear por cualquier zona concurrida, ver el metro en hora punta, sin tener problemas de paso. La gente se apartaba. De eso estoy seguro.

Claro que ha habido detractores del ajo desde siempre. Igual que amantes profundos. Recordemos que hubo un rey Alfonso de Castilla que, por el 1300, puso como norma de una orden de caballería que aquél que tomase ajo no pudiese ir a la corte, ni hablar con caballero durante un mes. Claro que eso es llevar las cosas un poco lejos.

En los templos de Cibeles estaba prohibido entrar a los que habían comido ajo. Y los griegos no fueron precisamente sus más fieles adeptos. Más bien al revés. Detractores cual Juanmas antiguos. Sin llegar a perseguirlo tampoco lo veían muy bien. Y menos su uso en las orgías terapéuticas que organizaban. Nunca confundir una orgía clásica, que era una comida o cena en homenaje a algún dios, con las bacanales que adivino en sus ojos cada vez que lee la palabra de marras.

Los romanos estaban a favor de su uso en la cocina. Y siempre ha habido gente a favor y gente en contra. Pero eso es otro tema. Igual que a principios de siglo, los ingleses trataban a los franceses de comedores de ajo. Creo que de forma despectiva. Y a su vez los franceses endosan a sus vecinos mediterráneos ese, tal vez, San Benito. Pero qué le vamos a hacer. A veces estas cosas son una especie de ping-pong. Como que si escribo otro tal vez me echo a los perros.

El ajo, que no es exclusivo nuestro, y del que no se duda la importación hacia nuestras tierras de su cultivo, realmente se ha popularizado gracias a la llegada de una serie de modas en la cocina, que han ido penetrando en las culturas del norte de Europa y de América. Sí. La cocina de la India y la cocina de China influyeron hace unos años en la difusión del ajo. Como también popularizaron toda una serie de especias de difícil consumo, o pequeño consumo antiguamente.

Pero, la que sí que ha conseguido elevar a los altares de los grandes restaurantes mundiales a nuestro entrañable tubérculo ha sido el auge o la moda de la cocina o dieta mediterránea. ¿Saben de que va eso? Pues de popularizar una parte de la cocina de nuestros vecinos de riberas del Mar Nostrum, incluso alguna cosilla nuestra. Bueno, es algo así como subir a los altares el aceite de oliva. Y eso no lo estamos hablando hoy aquí. Lo que realmente caracteriza al Mediterráneo, a todo, no es una grasa, que hay varias, y varias son las que se usan o han usado. Lo que realmente caracteriza la cocina mediterránea de las demás es su uso del ajo y de las hierbas.

El señor Alejandro Dumas dice que la Provenza, la zona de habla occitana, que casualmente mira hacia el Mediterráneo, tiene un cierto aroma a ajo. Un ambiente de ajo que, pese a él ser antiajista, asume que puede llegar a ser maravilloso. No hay que olvidar que ante todo el ajo es un condimento. Un condimento picante. Y como casi todos los picantes hay que usarlo para realzar los sabores, para catalizar los aromas de otros productos.

Evidentemente, el ajo, como cualquier picante, usado casi exclusivamente, tiende a ser un mata hambres. Hay que recordar que todavía hay gente que se desayuna con una tostada de pan, regada con aceite, y previamente frotada de ajo. Y no hablemos de esos aliolis, por llamarlos de alguna forma y no mayonesas de bote con sabor a ajo, que te ponen en ciertos sitios esperando una comida. Entre eso, el pan que te sirven a gogó, y la cantidad de cerveza o agua que ingurgitas en la espera de la famosa.. lo que sea, resulta que antes de llegar a comer algo, ya te has empapuzado.

Pero el alioli, o ajo-aceite es solo ajo y aceite. Bueno. Según qué zonas. Eso lo admito. Porque también se liga con una yema, o con una yema de huevo cocido, o con una patata cocida, o con un pan mojado en leche. Pero eso según la zona de la que uno sea. Y sobre eso no pienso discutir hoy. Eso lo dejamos para otro día. Qué le vamos a hacer.
¿Que no he hablado de los ajetes o ajos tiernos? Pero es que me he dejado medio ajo en el tintero. Si todavía no hemos hablado de variedades de ajo. Que las hay y son bien importantes. No terminemos con el ajo, diciendo lo que algunos dicen con los gallos o los capones. Pero si es pollo. Bueno. Sí. Pero no del que usted piensa. Hay diferencias. Entre algo banal, por llamarlo de alguna forma ortodoxa y publicable, y algo exquisito. Vamos que si mil millones de moscas... Que quieren que les diga. De toda la vida he preferido una buena y recién pescada sardina a una merluza de hace tres días.

Publicado el viernes, 2 de diciembre de 2005, a las 16 horas y 49 minutos

CAVAS, TACATÁ TACATÁ Para informarnos sobre la naturaleza y normativa del cava, lo mejor es acercarnos a algún libro especializado en el tema, como El Diccionario del vino y el cava de Adolfo Pastor. Muy interesante.

Dice: "El Cava es el vino espumoso cuyo proceso de elaboración y crianza, desde la segunda fermentación hasta la eliminación de las lías inclusive, transcurre en la misma botella que se ha efectuado el tiraje”.

Claro que luego dice algo: “El proceso de elaboración del Champagne es igual que el del Cava... denominado método Champenoise”. Con lo que uno ya no sabe porque, de la forma dicha, no se dice método cavoise.

Aunque, antes ha dicho ”El Champagne es una denominación reservada de la abadía de Hautvillers donde se inventó, aunque se cree que éste ya existía como tal en Inglaterra”.

Así que realmente el método se debería de llamar Inglesoi.

Ya que estamos hablando de cavas es realmente importante... es fijarnos en que cavas nos disponemos a comprar.

El vino espumoso se conoce, o al menos está certificado, desde 1650. Cuando un monje de Hautvillers, en Champagne, llamado Dom Perignon consiguió dominar esta técnica. La de la segunda fermentación en botella.
El Cava es el nombre que le pusieron aquí, tras una ardua pelea jurídica con Francia, a nuestro vino espumoso. La zona de producción comprende “161 municipios de las provincias de Barcelona (67), Tarragona (52), Lleida (12), Girona (5), La Rioja (18), Zaragoza (2), Alava (3), Navarra (2) y otros municipios de otras provincias.”

Aunque la gran mayoría sigue siendo de la famosa Sant Sadurní d´Anoia. Que se lleva algo así como las tres cuartas partes del total.

Lo más importante es saber cuáles son las variedades de uva permitidas. “La Macabeu o Viura, Xarel-lo, Parellada, Chardonnay y Subirat o Malvasía Riojana, la Garnacha Tinta y la Monastrell.” Menos las dos últimas que son tintas, el resto es uva blanca.

Lo que más me suele interesar es realmente el escaparse del uniforme tipo Maho que suelen tener algunos, muchos cavas. Lo siento, pero prefiero los tradicionales, los que están hechos a base de Macabeu, Xarel-lo y Parellada, a los que han sido unificados a base de Chardonnay. Aunque muchos varietales de Chardonnay son deliciosos.

El periodo mínimo que ha de estar un cava es de nueve meses. No se si recuerdan todavía la guerra del cava entre dos conocidísimas marcas, que ya empiezan a machacarnos con esto de las fiestas. La época en que más se vende. Lo que no entiendo. Es que nadie tiene ocasión de beberse una copita a lo largo del año. Que no sea solo en los cumpleaños. Que triste. Por favor... no me lo digan que empeoro. Y mi señor psiquiatra luego me pide una botellica de estas de regalo.

Lo que debemos mirar para saber si un cava lo es, es la base del tapón, para que haya una estrella de cuatro puntas. Si no no lo es. Será cualquier cosa menos cava.

Y, por favor, quitémosnos la idea de que el cava ha de ser del año. Los hay Bruts y de añada, que han de estar un mínimo de 2 años en botella. Repito, un mínimo.

Publicado el miércoles, 30 de noviembre de 2005, a las 15 horas y 22 minutos

BOUILLABESA. ¿Cómo se puede llegar a hablar de la Bouillabesa? Sobre todo en mi caso, con una madre marsellesa. Lo reconozco. Lo dejo. No lo puedo hacer.

Sería llegar a hablar de una de las sopas de pescado más interesantes de la cocina. Pues no. Porque realmente no es una sopa. Lo único que es... es un cocido. De pescado. Con algún parecido, por qué no reconocerlo, con pequeñas cosillas que se hacen en la cuenca del Mediterráneo.

¡Pero si es una sopa! Bueno, lo mismo que el cocido empieza por un caldico. Bueno, menos el maragato, que termina por él. Claro que el caldero de pescado del Mar Menor de Murcia, como si hubiese otro Mar Menor, en la receta tradicional de los pescadores de la zona el arrocico se come justo después de ponerse ciego de pescado. Y no al revés.

Qué podríamos decir del arroz a banda. Algo parecido al anterior. Aunque en algunos sitios haya desaparecido del condumio todo lo que no sea arroz. Quedando en un más o menos arroz mondo y lirondo. O era Mondo Cane.

Pero si seguimos buscando comparaciones, que por suerte no siempre son odiosas, sino honrosas, deberíamos de hablar del couscous de pescado que se hace en Túnez. Lo reconozco. Lo he comido. Y no hecho por mí. Lo que es de agradecer que a un pobre cocinerillo como yo le inviten a casa ajena a disfrutar de este inmerecido placer de dioses. Estaba de fábula. Claro que las baklabas del final...

Entonces...si no es una sopa, ¿por qué hablar de la Bouillabesa como reina de las sopas de pescado? Porque en el fondo guarda una gran similitud con las sopas de pescado. O como diría mi amigo, que los tengo, Alain Gigant de la Tonelle de Dèlices, en la Costa Azul, es la sublimación de las sopas de pescado. Pero, claro, qué va a decir él.

Lo cierto es que se empieza como la mayoría de las sopas de pescado, limpiando los trozos más nobles, aquellos que servirán para la manduca. Poniendo las raspas en la sopa. Pero añadiendo piezas pequeñas de pescado, lo que se denomina morralla acá.

Pero eso de morralla es como una especie de maldición. Eres morralla. Aunque realmente a lo que se refiere es a ese pescado de roca, pequeñico, que no vale para fritura por la cantidad de espinas que tiene y que termina, solo lavado, con cabeza, tripas y espina, cayendo en la sopa de pescado. Y qué sopas de pescado. Porque le dan un sabor...

Escuché una vez eso de que se ponían a la sopa para reforzarla. Pero lo cierto es que las raspas de las piezas mayores se ponen para reforzar ese toque de distinción que es la pequeña maravilla de estas sopas de pescado.

Otra cosa que se le suele añadir es algo de crustáceo. Ver cangrejos de mar. Que es lo más común. Aunque se suela poner en otras zonas esos caparazones de marisco. Es cuestión de darle fuerza. Porque, aunque nos empeñemos en comerlo en verano, éste es un plato de invierno. De trabajo físico. Algo que hace sudar, y que en verano a lo que invita es a dejarse una buena siesta en el camino.

Y ese toque de ñora y de hinojo. Ese toque de Mediterráneo que parece invadirnos el estómago, la pituitaria...

Pero qué se puede decir de la Bouillabesa. Aparte de la gran pelea que se forma en el sur entre Marsella, la gran inventora, y todos los puertos, y no puertos, de la Provenza, Languedoc y la Costa Azul entre quién es quién en el ranking de este plato. Y con verdaderas peleas de cocineros. Que si la receta de la familia. Que si la nueva elaboración. Que todos esos viejos movimientos de cocina de restaurantes que tan bien nos vienen a nosotros a la hora de hacer nuestro decálogo, nada patético, ni peripatético. Yo prefiero hacerlo a base de coche y pijama para la siesta.

¿Y el pescado? Dorada Imperial, san pedro, gallina, gallineta, sargo, pargo, lubina, rascasa. Aunque no todas a la vez. Algunos entendidos requieren solo dos, a lo sumo tres, de estas joyas. Yo, como he visto a varias personas hacerlo, siempre considero que como mínimo dos. Y escogiéndolos bien.

Nos dejamos las salsas. Claro que lleva alioli. El que le apetezca a usted hacer. Aquí no me voy a meter. Pero el más importante es la “rouille”. La salsa herrumbre. Que es un alioli con pimentón. Bueno, hay una pequeña discusión. Algunos añaden concentrado de tomate. El pimentón o páprika, dulce o picante. Yo, en las recetas encontradas en el recetario de la “Bonne cuisinière Provençale” de finales del XIX se exigía que fuese buen pimentón español. Ahora que si de Murcia, Alicante o Extremadura... eso no lo menciona. Y eso cada cual que lo interprete.

Hay que tener en cuenta que la cocina de restaurante utilizó el nombre de buillabesa para solo sopas. O para platos monotemáticos: la bouillabesa de bacalao. La de caracoles. O la de jabalí. Lo juro. Y el que me diga que es pescado, como la ballena me lo como.

¿Pero es que la bouillabesa es el sumun? ¿Es que nada lo puede superar? Bueno, si tenemos el pequeño desliz de encontrarnos un poco exquisitos, de boca y bolsillo, siempre nos queda el “Zaphire”.

Por supuesto que aceptamos sugerencias, y peticiones. Pero las variamos. No faltaría más.

Publicado el viernes, 25 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 05 minutos

MARTINI DRY. Esto de los cócteles, que hace unos años era algo absolutamente demodé, se está poniendo otra vez de moda. Por suerte para los que siempre le hemos atizado al tema.

En la película Afters Hours Office Clark Gable se deleitaba tomando unos Martini Dry bien helados, al salir del trabajo. Algún malicioso escribió que, haciendo él de periodista, tal vez fuese este film el precursor de los Breakfast three martini, que tanto éxito tuvieron en las películas sobre Vietnam. Me refiero concretamente a M.A.S.H. La película, no esa serie descafeinada que traicionaba el sentir del autor.

El Martini Dry, pese a lo que piensan algunos, solo es de finales del siglo XIX. Lo que no se ponen de acuerdo es en decidir, o dictaminar, quién fue su inventor. Y la duda de la paternidad, en este caso, no se saca con unos ADNs congelados, al estilo de los cubitos de hielo, tan en boga en nuestras TVs. Porque la mayoría de la coctelería y de los combinados o son americanos, o por allí pululaban algunos.

Como en el caso del Carpaccio, que se inventó para los actores americanos que llegaban famélicos al Harry´s Bar de Roma tras una agotadora sesión de rodaje en Cine Cittá a ponerse hasta los morros de beber y comer. El Carpaccio, por si alguien no lo sabe, se come, aunque en algunos sitios te lo ponen tan fino y frío que parece no solo que lo han sacado del congelador, que lo han hecho casi seguro, sino que pretenden que lo sorbas. ¡Y NO! Esto no es una sopa. Señor@s mí@s.

Pero volvamos a lo inteligente que es la manera de hacerse un Martini Dry.

Ingredientes:

Un vaso mezclador o, como en La gata sobre el tejado de zinc caliente, o era ardiente, y casi ni mi atrevo a mencionar a tan ínfimo animal, teniendo un felino más depredador de compañera de batiscafo. Perdón, de Bitácora. ¡Ah!, en la película ésta el que fue marido de la Liz Taylor lo hacía en una simple jarra.

Lo siento, pero es que los martines empiezan a surgir defecto.

Hielos a mogollón. ¿Quién no tiene unos cuantos cubitos de hielo en casa para unas urgencias?

Martini Extra Dry. O, si queremos ir de sibaritas, esa marca francesa que ahora no recuerdo de Vermouth Blanco extra dry. Pernod no es, que eso es pastis, y ahora no es mi momento de mezclar. Bueno, seguro que cuando llegue mañana a la Taberna lo leo en la etiqueta.

Ginebra o Gin, que así lo llaman los ingleses, y lo inventaron ellos. Aunque por las Pitiusas también… Aquí, lo que tenemos que decidir es algo fundamental. Ginebra seca, martini muy secos. Ginebra aromática, martines poco secos.

Para decorar: o una aceituna, previamente macerada en ginebra unos días, y por supuesto con hueso, y nada de rellenas de anchoas o pimientos. No seamos horteras. Ahora estamos bebiendo, no fumando. Además, el hueso nos ayudará a saber cuántos hemos trasegado ya, y la cantidad de alimento que hemos ingerido.

O la piel de un limón. Pero sólo un trocito, que esto no es una sangría.

Para hacerlo hemos de referirnos a los diversos grados de sequedad. Por supuesto para eso están los expertos.

Para uno seco, ponemos hielos en el vaso mezclador, lo agitamos, añadimos un chorritito de extra dry, agitamos y vertemos, en el vaso mezclador, no al suelo, un decilitro de ginebra aromática. Como la Bombay.

Para uno muy seco, y esto ya lo explicaba don Simon, el Templar, se echan unas gotitas de extra dry en el vaso, se agitan con dulzura, se vierte Gin seco, estilo MG, se vuelve a agitar y se sirve en la copa de Marini, o de cóctel que se llama aquí.

Y para uno extra seco, como decía Hemingway, en no sé qué libro que leí, allá por mi tierna juventud, se pone el hielo, un poquito de extra dry, se agita y vierte a la pila el líquido. Ponemos de nuevo un poco de hielo, la medida de ginebra, movemos, casi acariciando, y lo tomamos en su copa.

Churchill, pese a todo, decía que lo del Martini había que dejarlo en la repisa de la chimenea, y contemplarlo de reojo. Claro, que para eso lo que hay que tener es una chimenea.

La única fruslería que se tolera es el tomarlo en vaso bajo de güisqui con hielos.

Lo del 007, eso es otro caso, que se agita y no mueve, y de vodka…

Publicado el viernes, 18 de noviembre de 2005, a las 17 horas y 12 minutos

MES DE NOVIEMBRE: Aries: (21 Marzo-20 abril)
Tu dieta vegetariana te va a preparar a los turrones y desmanes del mes que viene. Peeero no abuses de las ensaladas. La comida ha de ser variada. O eso dicen los que saben. En el curro la rutina puede hacer mella. Deja el donut de las cinco para otro día.

Tauro: (21 abril-20 mayo)
Gracias al régimen de adelgazamiento puedes ganar mucho dinero a fin de mes. Alguien del sexo opuesto te invitará a comer ostras. Huélelas antes no estén pasadas Si tienes pareja...acelgas todos los días no te ayudarán a encontrar la solución.

Géminis: (21 de mayo-21 de junio)
Trabajar en equipo te ayudará a unas mejores digestiones. Que friegue Rita. Y si no que te la presenten. No seas tan critico con tu pareja. La culpa es tuya, mira que cuando te dijo que las lentejas se pegaban intentar separarlas a golpes....

Cáncer: (22 junio-22 julio)
Practique algún juego de azar, podría tocarle algo interesante y venir a la Taberna de Liria a gastarlo. Si alguien le pide consejo sentimental mandarle a freír espárragos no es solución. La temporada da más juego con las setas.

Leo: (23 julio-22 agosto)
Sus jefes tomaran nota de sus reflejos. Deje el café por una temporada. La intrepidez no es comer sushi en un japonés. Ni fideos cantoneses. Tampoco sé para que vale.

Virgo: (23 agosto-21 septiembre)
Su magnetismo está en alza. Aprenda un par de platos nuevos, fáciles y de nombres sofisticados, le ayudará mucho a la hora de entenderse con el sexo opuesto. Si una tercera persona intenta introducirse en su vida, aprenda a decir que no. No más gorrones en la mesa.

Libra: (22 septiembre-22 octubre)
Sus jefes o socios están encantados y se lo harán saber con una comida. Cuidado, si deciden irse a la vez al baño, salga corriendo o pagará la cuenta. Comer de más le puede hacer perder una oportunidad sentimental única.

Escorpio: (23 octubre-21 noviembre)
Todo lo relacionado con trabajo o estudios de cotufas. Es el momento de celebrarlo dándose un homenaje. Si tiene pareja, incluso puede invitarla a él. Pero no es obligatorio. Más vale solo...millo que del de al lado.

Sagitario: (22 noviembre-22 diciembre)
Su economía va mejor de lo que pensaba. Que suerte. Sentimentalmente más le valdría añadir un cubierto a la mesa. Eso de comer solo le puede atacar los nervios. Y cocinar de vez en cuando para dos no esta mal. Siempre que el otro friegue los platos.

Capricornio: (23 diciembre-21 enero)
Su innato sentido del deber le sacará del partido. Si opinión sobre vinos está anticuada. Mejore las natillas con un poco de chocolate. o mejor, tire las natillas y cómase solo el chocolate.

Acuario: (22 enero-21 febrero)
Alguien intentará jugársela en el trabajo. Cuidado con su tartera y las roscas de anís. Descúbrase a sí mismo. No hay mejor momento que tras la ducha de la mañana. Preséntese con cuidado, y sonría al invitarse a un capuchino. De Colombia por supuesto.

Piscis: (22 febrero-20 marzo)
Su dieta de piensos compuestos no da resultado. Es el momento de cosechar lo que tanto tiempo le ha costado. Que le aumenten el sueldo. Y si no se ríen con la sugerencia, dese un trago de mojito de melocotón. Se lo merece.

Publicado el miércoles, 16 de noviembre de 2005, a las 17 horas y 23 minutos

JABALÍ ENLUTADO. Ingredientes para 4p:

1 kg de carne de jabalí • 100 gr. de panceta entreverada • 1 cebolla gorda • 2 zanahorias gordas • 1 pimiento verde gordo • 1 botella de vino tinto • 1 punta de pimentón dulce • 1 pizca de ajedrea • 1 pizca de menta • 1 pizca de regaliz • 1 pizca de salvia • 1 pizca de mejorana • 2 ralladuras de gengibre • 2 pizcas de romero • 2 clavos de olor • 6 granos de pimienta negra • 3 bolsas de tinta de calamar • Aceite de oliva o manteca de cerdo • Sal y pimienta

Sé que parece que me llevo comisión del herbolario, pero así ha de ser. No vale quitar ninguna hierba. Y si lo hace, allá usted. Pero a mí no me señale.

Lo primero es decidir el tamaño en que vamos a cortar la carne de jabalí. La prefiero de la pata, y en cubos gordos. Pero a partir de aquí decide usted. La panceta entreverada cortada mínimo la mitad de gordo. Y ponemos jabalí y panceta en olla, con manteca o aceite de oliva a sofreir a fuego lento.

Lo de la manteca o aceite de oliva es una decisión que hay que tomar. Sabor de caza, a bravío, o sabor a campo, a aceitunas. Lo del régimen lo aparcamos para otro día.

Mientras sofríe, vamos pelando y picando las verduras en cubos como mi uña meñique. Es! por darles una pista. Primero la cebolla. y la echamos a la olla. Cuando ya todo esté sofrito unos veinte minutos, removiendo y contando desde la última verdura, agregamos el pimentón y lo mojamos con el vino tinto. Ya saben, ni muy malo ni muy bueno. Agregamos especias, una pizca de sal y hierbas y dejamos que cueza unos 10 minutos. Y cubrimos de agua. Lo dejaremos cocer a fuego medio unas tres o cuatro horas. Sin dejar que se quede sin agua. pero procurando que se quede tierno, meloso. Así que huyamos de ollas exprés. O allá ust! ed. Si lo sé. La prisa.

Ya casi al final, lo único que nos queda, aparte de descansar tras un buen paseo, y tomarnos una cervezas con los ansiosos de los amigos, es poner un poco de sal y pimienta, y terminarlo con las hierbas y especias más las bolsas de tinta de calamar. Suelo quitarles el plástico y verter solo la tinta. Es que soy así.

Publicado el lunes, 14 de noviembre de 2005, a las 11 horas y 43 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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