¡HOLA MAMA! Es el saludo internacional cuando a uno le sorprenden en un medio de comunicación .

¿Por qué? ¿Es por cariño? ¿Es que la queremos asombrar? O quizá, ¿es que queremos que siempre esté orgullosa de nosotros?

A lo mejor fue lo que pensamos al nacer: ¡Hola mama!, o quizás, es que siempre queramos estar en el hogar.

Llevar el hogar allí dónde vamos...

¡PALABRITA! ¡CULO A EN PUNTO! Estaba bajándose el pantalón, ¡y sin llamar la atención!.

... A no ser por el chaleco reflectante que quitaba la respiración, sobre un mono verde, encima de una fina base de nieve.

Vamos, ¡una genuina guinda de pastel, un enorme faro despejado... una perfecta diana enfocada... un gigantesco culo blanco sobre un fondo negro anunciado!

Era un trabajador. Un obrero de la construcción. Y supongo que con pantalón y sin water transportable, ese árbol le pareció lo mejor.

Y allí, en medio de mi balcón, o a 200 metros en medio de la construcción, se acercó al jardín y reposó su mano en el árbol, mientras con la otra dirigía la eyección.

¿Y qué pasa cuando llamas la atención por el sonido (de la maquina) y por el color (de la maquinaria) y te entra un apretón?

Yo creo que se la congeló. ¿O acaso han visto ustedes que rieguen con nieve o con un frío del copón?

Seguro, se la heló.

ASOMBRADA ES POCO. Tranquilamente estoy digeriendo un suculento filete cuando a lo lejos, aunque no lo suficiente, escucho en la tele un anuncio de los que te hacen preguntar: ¿Así nos ven los publicistas? ¿Realmente piensan que las mujeres somos idiotas profundas con inclinaciones borreguiles y declaraciones del tipo: "No entiendo soy tonta y no me importa"?

Me enerva la sangre, me hincha la vena, mi mente me suplica que corran ríos de venganza ante un juicio en el que nos han declarado memas y nos han llamado con todas las letras: LELAS.

El anuncio en cuestión, es uno en el que pretenden vendernos un jabón para la piel que nos la dejará tersa, brillante y como nueva... bla, bla, bla... Y atención al momento en el que el soberano filete se me ha encallado entre las muelas y la campanilla de tanto moverla: ...ENCUESTA A MUJERES REALES...

¿Á mujeres reales? ¿En quién han hecho pruebas en elefantes? ¿Y ahora que quieren, alagarnos con todo un principado de adjetivos aterciopelados?

Me molesta que a nosotras nos traten como pedorras y a ellos como cerdos. Me asombra que vendan, aunque claro en un mundo perfecto la coca cola sólo la usaríamos para desatascar baños y los políticos como cebo.

...Venía yo calentita pensando que hoy en día algunos con sólo con dejar de comer, ya quieren ser. Y otros en cambio, mueren a diario sin saber lo que es un filete, pero en cambio son más que toda una manifestación de separatistas separados y obcecados.

¡HASTA EL MOÑO! Cuando a un animal de costumbres le aniquilas la costumbre, ¿Qué te queda? Pues un animal.

Y lo reconozco, lo soy cuando pierdo mis sanas mañanas.

¡Estoy hasta los mismísimos calcetines de que la señora vecina con perro y bata, me despierte cada mañana!

Me revienta cada ladrido, también los del perro. Pero sobre todo, me exaspero sabiendo que la importa mi sueño algo así como NADA. ¡CERO!

Odio el olor a perro muerto. Y lo odio porque no lo huelo.

Me molesta un buebo que ese patrono de pulgas y pelos viva mejor que muchos niños enfermos.

La oigo hablar con el paquidermo y reconozco que son tal para cual. Lo único que me cuesta adivinar es quién de los dos tiene cerebro.

Hoy tengo mala leche. Es andar y ver una cagada... y pensar inmediatamente en que todos los días a las siete me despierta un meón, que insiste en empapar los jardines con sus babas y sus entrañas.

Y es que cuando uno duerme a sus anchas y se despierta sin jurar venganza, hasta las insoportables obras parecen mejoras escalonadas.

Hoy desde luego invitaría A TODOS a perritos calientes, con o son dientes.

DE MENOS. Esa sensación que te ralentiza el corazón y te hace sentir mucho mejor es la que ahora ocupa toda mi atención.

Mi sobrino con un gesto de cariño muy sentido me dijo: Te he echado de menos. No estabas.

Esa sensación de calor interior. Esa especie de dolor por no haber formado parte de su diario mundo fantástico y a la vez esa alegría, de saber que en toda partida, siempre hay alguien que te recuerda con amor.

Nunca hay palabras para expresar al corazón y menos cuando te dicta con calor.

MUY AMABLE. En mi mente mis tres últimos ciudadanos podrían haber sido circuncidados desde las orejas hasta la frente.

Frios. Uraños. Y muy mal hablados, como díria mi abuela si estuviera presente.

Y digo yo: ¿cómo esos pobres siendo pasadas las siete aún no han desayunado, es quizá por eso que se comen a todos los que se ponen a su paso?

Y QUE ME DICEN DE... los fabulosos tetrich que realizan las madres tanto en el frigorífico como en los armarios?

La mía es un fenómeno. Cada cosa tiene su sitio, aunque parezca que está ahí dejado despistado, esta dulcemente depositado. Si tuviera paciencia, y el don de la inexperiencia, la dejaría recomponer no sólo mis armarios, sino mi vida entera.