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OTRO. Todos seguimos alienados. Poco importa que curremos en un despacho con vistas espectaculares, en una rutinaria cadena de montaje, en un sórdido centro comercial o en un tedioso peaje. O en un dormitorio con conexión adsl. El más inepto de los Marx esa vez no se equivocó. Somos otro cuando trabajamos. Yo no soy yo ni siquiera cuando tecleo este diario.
Publicado el miércoles, 26 de enero de 2005, a las 12 horas y 26 minutos
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