IMAGINADA SIRA: Madame Pompadour no es mal pensada, por eso no escribe en el apartado de Comentarios que cree que se ha metido en el diario de una
tigresa. Todo se debe, supongo, a que un multiorgasmo de letras ha penetrado en la vida como una china de Muzi Mei, una bloguera que revolucionó el Gran Dragón con la descripción detallada de sus cópulas caninas y de sus abiertos escarceos, en la parte de atrás de un bar, con una estrella de rock mucho menor que ella, etecé.
Yo tampoco soy mal pensado y prefiero creer que
Sira, la tigresa, es negra y lesbiana (aquí, los ingleses también dirían dwarf, pero a mí eso me pone, y no precisamente en el sentido lúbrico, más bien poco) y no hétero y barbado.
En el fondo, a mí me va el mambo como a ella el mango (detalle frutícola). Sira escribe y Matías, con las dos manos, lee. Pero, a veces, y no puedo evitarlo, siento atisbos de vida fálica más allá de la gran petrina (sustantivo feísimo donde los haya).
En fin, Sira, igual amarilla que negra, corpulenta que ínfima, canija que larga, ¿lord que lady? Bueno... permitidos los bigotes, pero mejor pájara que ciento volando. Sea como fuere, le comento: aterrizo en Madrid el viernes y lo suyo sería una cena ya no a dos velas sino a varias manos: las de El Mantenido, Toño, Manuel,
Cía, usted y servidor.
¿Le hace? Yo me estoy chupando los dedos.
Sin acritud,
Matías Bruñulf