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EL COLMO. ¡Cómo puede ser posible que me llamen para que me cambie de compañía telefónica y oiga lo que parece una mezcla entre el desembarco de Normandia y una risa alienígena!!!

Uggg Eiiijjjjj Está el señor einghhhh de la casa. UGH AGH piiiiii

Pero, por favor, que me estás llamando para convencerme de que con tu compañía voy a hablar mejor.

“Houston tenemos un problema”... seguro que les oían mejor. Con problema y todo.

He de reconocer que acojona. ¿Así es como se escucha una conversación con un sonotone de la reconquista aplastado por una cosechadora? Acojona. Vaya si acojona.

Os cuento la historia.

Llamaron el otro día: uggggg uggggg iggg iggg ug ug Mi madre me pasó el teléfono con cara de circunstancia: Parece una llamada guarra... O de ultratumba. Yo, que en seguida visualizo, me imaginaba un teléfono olvidado dentro de una ataúd, y claro, con la poca cobertura, al pobre gusano no se le oía nada.

Escucho una voz: Esta iggggg (yo pensé: Nos llama de Cuba un presidiario y Fidel le está matando) Está el señor ig ig ig ig ... ¡Por favor no le torture más!

Después de mucha paciencia por mi parte y sacando partido a un socorrido cursillo que hice hace años de interprete “de los sin dientes” (de niños con tete y octogenarios sin castañuelas), logré entender que trabajaba para una empresa de telefonía, y me ofrecía una ganga y la mejor tecnología.

La ganga podía ser cierta, pero la tecnología debía de ser la misma que llevo al Titánic a cantar: “En el fondo del mar Matarile rile rile...”

Me imagino comunicándome por Tan Tan. O abriendo las ventanas y empezando a fumar para decir a mis amigos: fumata blanca: Habemus gimnasio y café. Fumata negra: Me quedo currando. ¡Vamos hombre! Seamos serios.

Es como ir a un dentista con sólo dos dientes amarillos y raídos.

O como ese anuncio de la tele que dice que la RENFE es puntual, moderna y genial. Y lo vi en una sala que llamaban de espera, y que era más bien de desespera. Porque te desesperabas por las dos horas de retraso, y luego por la chatarra que intentaba entrar por el anden tambaleando. Daba pena verlo. Dentro de poco, les harán la prueba del Carbono 14 para fecharlos.

¡Jubiladlo! Que el pobre no tiene ruedas... que va con cachava. Ahora entiendo yo la espera de calendario que sufrí.

¿Por favor, qué día llega el tren?

Porque preguntar por una hora en concreto es como preguntar que día van a dejar de engañarnos.

¡Eso es un TALGO!... ¡visto desde lejos y recuperando todas las piezas quizás a plazos!

Si es que no podía llegar... a ritmo abuelo y desvariando... yo creo que era por allí... o se iba por allá... y si nos paramos a fumar una faria y te cuento cuando echaba humo... vamos hombre, que no puede más.

Mejor que su tecnología tipo NASA que fracasa, es su constancia. ¿Podéis creeros que es la cuarta vez que llama? Me está haciendo dudar. ¿Será que así se pide auxilio en China, con diplomacia? O es que quizá hay un concurso en Nicaragua en el que gana quién tortura más y mejor.

Sé lo que dijisteis en la última llamada... ¿Á qué acojona?

Publicado el lunes, 13 de febrero de 2006, a las 17 horas y 58 minutos

Ilustración de Toño Benavides
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