MÁS RIP. Esto parece el mes de difuntos. Después de lo de las tumbas, tengo una experiencia personal que ya se ha repetido varias veces en los últimos años: estar leyendo un libro y que el autor se te muera mientras tanto. Me ocurrió con
W. G. Sebald, quizá el mejor escritor de los 90; me ocurrió con Juan Pablo II; me volvió a ocurrir con el novelista británico
Anthony Powell y me acaba de suceder con el historiador español
Andrés Vázquez de Prada.
La sensación es extraña. Estás leyendo a alguien vivo (tienes conciencia de que está vivo cuando le lees) y de repente es como si te quitaran algo y a la vez te dieran algo. El libro continúa ahí, la lectura también, pero sientes que a partir de ahora alguien te observa
directamente. No sé, a lo mejor incluso te resulta más fácil comentar con él lo que vas leyendo...