LECTOR CALLEJERO. Leo por la calle. Mientras ando. Un ángel me libra de malévolos obstáculos (la gente, los cruces de calles, sobre todo las farolas y los arbolitos). Me pondré un protector como Carbajosa.
Es verdad que no veo a nadie más leer por la calle. ¿Por qué? ¿Prefieren mirar escaparates o encontrarse con gente conocida? Antes se leía en los cafés, pero la música ya no deja opción. Otra posibilidad es un banco (no una banca). Es el siguiente paso.
A veces cojo el
metro de Bilbao sólo para leer un rato. Sospecho que mucha gente también lo hace. Se van hasta Plencia, compran unos chicles, vuelven por dos duros y se han leído media novela.
Los nuevos lectores itinerantes. Como en
Fharenheit 451.