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PATINANDO EL BRONCE. No hay noticias de la pantera, pero sí del Tigre. Su escultor, Joaquín Lucarini, ya tiene otra escultura en Bilbao, justo debajo del Tigre, en los jardines de Botica Vieja. Se trata de un niño con unas frutas, bautizado como "Verano", y está esculpido en bronce patinado.
Todo coincide: es verano, hay gente patinando, hay un banco junto a la escultura, me siento a leer un libro. Si miro hacia el cielo, veo las fauces del tigre. El pobre niño en bronce patinado que no puede patinar está indefenso a mi lado. No puedo dejarle solo. Por suerte, el libro es gordo, una historia de godos gordos en la Asturias del siglo VI. Me sobresalto cuando salen en la novela Las Médulas y sus minas de oro, pero no aparece por ningún lado cierta vespa.
Aguanto una hora, dos. El tigre no se mueve. El niño está tranquilo. Me digo que no soy yo el responsable si se produce un ataque y pienso también que, si se produce, será de noche, y no voy a estar ahí en el banco con una manta y un Don Simón.
Qué poco duran los buenos propósitos.
Publicado el viernes, 11 de agosto de 2006, a las 9 horas y 46 minutos
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