RECUERDO DE A ROCINHA. Hablamos de lo que hemos visto y oído. No le digo nada, pero yo también hablo, sin abrir la boca, de lo que he olido: ese profundo y áspero olor a salitre, que se me antoja orín. Mi colega, que ha subido infinitas veces a la favela más grande de Brasil, casi siempre amparado por las circunstanciales incursiones de los policías, que rara vez deciden adentrarse en ella, morro arriba, me comenta:

- En A Rocinha se puede ver pero no mirar.

A MAMARLA A PARLA. Cuando recibo vía e-mail sensacionales ofertas de part time job, invariablemente pienso, y no me digan por qué, en blow job.

DESDE EL BRILLANTE ALMANAQUE CÁUSTICO DE MONTERITO. José Bono por boca lleva letrina. Y cada vez que habla nos apesta con su deje de barraca de feria toledana. Dice que se siente muy español y que deja el gobierno. Cuando dice que deja el gobierno, no sé bien qué quiere decir. Y cuando dice que se siente muy español, tampoco.

Tal vez, el ministro letrinas, cuando se siente muy español, quiere decir que se siente muy colonizador de cuando partíamos a las indias y buscábamos el coño y el oro que acabaron comiéndose otros. O que se siente muy ibérico, como ibérico ha de sentirse el cerdo de bellota cada vez que abre la boca para roncar, o que se siente muy peninsular, o sea que, gracias a los gabachos que ocupan la franja territorial, el cerdo letrinas no es de las Canarias.

Si fuese de las Canarias tendría un puesto en la SGAE. Menudo cermeño.

Montero Glez. La trinchera cósmica.

EL ENEMIGO DE LA CHICA DEL VIENTO. David Burdon es un musicómano de Mataró con acreditado buen gusto. Sirva como pista el nombre de su bitácora, Desde el jergón, donde toca palos diversos, de Carla Bruni a Platero y tú. Era de justicia hacerse eco del teclado de un bloguero que lleva tres años en la red (parabéns para você) y la verdad es que llegamos un poco tarde, pero valgan como excusas para esta tardía referencia el trío de velas y el proyecto paralelo que gira en torno a una de las cantantes más (no, no voy a escribir eclécticas) peculiares que hay por estos lares, la francesa aflamencada Cathy Claret.

El blog es suyo. El gusto es mío.

LA FAVELA DE A ROCINHA TAMBIÉN ES RÍO: PODEMOS DAR FE. - En A Rocinha no vivimos. Nos escondemos —me comenta él, Chuchoché, el Jesucristo de Sierra Maestra, antes de girar a la derecha y adentrarse en un callejón con salida poblado de casas bajas y humildes, pero aún así envidia de las chabolas que brotan morro arriba.

En la esquina hay cuatro jóvenes con el pecho al descubierto. No los veo, pero cuando nos disponemos a abandonar la favela junto a Chuchoché, mi colega me comenta:

- Se quedaron mirándonos, pero al vernos acompañados no nos dijeron nada.

- ¿Quiénes? —pregunto.

- Los cuatro tíos que estaban ahí. Llevaban pistola, ¿no te fijaste?

No. Yo iba charlando con una garota que me hablaba de lo machista que es la Biblia. De por qué damos por hecho, sin ir más lejos, que Jesucristo es hombre y no mujer.

En A Rocinha, todo Cristo, sea varón o fémina, es ajeno a la obra, excepto si entra acompañado por uno de sus moradores.

Abajo, en el límite de la frontera, un taxi y un taxista nos esperaban desde hacía una hora.

NON, JE NE REGRETTE RIEN. Matthew, Isabelle y Theo: sueñan.

A ROCINHA TAMBIÉN ES RÍO DE JANEIRO. Es la favela más grande de Brasil. Tal vez, de Sudamérica. Bajando por sus empinadas calles, de pobreza angosta, que huelen a salitre, a pescados moridos abiertos en canal, él, que debió de pedirle prestadas las barbas a Jesucristo, las guedellas al Che, me dice:

- En A Rocinha no vivimos. Nos escondemos.