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EL GORRIÓN DE BILBAO. En Bilbao no sólo los bilbainos son de Bilbao, sino también los gorriones. Tendríais que verlos los que no sois de Bilbao: gordos, lustrosos y bastante chulos. Casi ni se apartan cuando pasas. Caen en picado desde los balcones y frenan justo cuando aterrizan en el baldosín de Bilbao.
El gorrión de Bilbao no come cualquier cosa. Se infiltra entre las palomas para hurtarles lo mejor del botín. Es selectivo en la gastronomía. Es, en el fondo, un gastrónomo consumado.
El gorrión de Bilbao te mira fijo. Es difícil aguantarle la mirada, pero uno de Bilbao lo acaba consiguiendo. Cuatro ojos que se horadan mutuamente y se reconocen.
Cuando el guiri que ha venido a ver el Guggenheim le llama "pajarito", el gorrión le mira con desprecio y con un poco de compasión. Él nunca entenderá.
Publicado el martes, 4 de abril de 2006, a las 8 horas y 45 minutos
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