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NOVELA PARA CIEGOS. Todos los días (si no llueve) se coloca el ciego del cupón de la ONCE en la acera, sentado en su silla. No tendría nada de particular, si no fuera porque está leyendo una novela con total normalidad. Quiero decir que lee la novela como lo haríamos cualquiera de los videntes, con los ojos, a la misma distancia de las páginas. Se supone que un ciego no puede leer, o si lo hace, no a esa distancia. Pero en Bilbao casi todo es posible.
He barajado varias posibilidades para explicar esta incongruencia. La que más me gusta es que no hay suficientes ciegos para vender cupones, y fichan a advenedizos. La que menos me gusta es que, en realidad, no está leyendo, sino disimulando, como los niños que aún no saben leer y cogen el libro y lanzan una increíble perorata imitando a los mayores.
Le voy a preguntar. Sobre todo me intriga qué novela está leyendo.
Publicado el martes, 4 de julio de 2006, a las 8 horas y 16 minutos
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