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CONDECÓRAME. Pocas veces un escritor tiene la oportunidad de recibir un galardón ajeno a su oficio. Pero los hay con suerte. Antonio Muñoz Molina acaba de ser condecorado con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil al abandonar la dirección del Instituto Cervantes de Nueva York.
Ya no sabemos qué sea eso del Mérito Civil, ni mucho menos la Orden ni la Encomienda. Ni tampoco entendemos qué tendrá que ver la cosa cultural con lo civil, aunque sea civil y no militar.
Todo consiste en estar en el circuito. Estás en el circuito y te cae así, como si nada, una encomienda, un marquesado incluso, una Orden, un diplomita, una medalla que añadir a la vitrina del ego. Benditos los que están en el circuito. Pero pena también de los que están en el circuito, que tienen que aceptar esos galardones vacíos y sinsustancias, más propios de bomberos heroicos y de jóvenes aguerridos que se lanzan al mar salobre para salvar vidas suicidas.
Publicado el martes, 11 de julio de 2006, a las 10 horas y 24 minutos
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