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COLAS RUSAS. Calle Uhagón (que fue un alcalde), edificio de la Policía de Bilbao. Todos los santos días, una doble cola serpentea a lo largo de la acera, y a veces da la vuelta por Gordóniz. Gente que pone en orden sus papeles. Inmigrantes con botellas de agua. El sol pega de lo lindo toda la mañana. Horas y horas de espera. Hay quien acampa para coger buen sitio.
Así, día tras día, año tras año. Los periódicos locales ya incluyen el reportaje veraniego en sus plantillas, entrevistando a sujetos de la cola, indagando desde qué hora están allí. "Falta personal", se excusa un portavoz de la policía. "Estamos pensando en dar cita por teléfono".
Estamos pensando. Las colas no son de bilbainos, porque hace tiempo que se habrían amotinado. Pero los sin papeles o con papeles a medio cocer no pueden quejarse. No se quejan, de hecho. Están in the paradise, o al menos a sus puertas, y no pueden permitirse el lujo de cabrear a sus ángeles guardianes.
Prepotencia de la policía. Cómo quieren que nos caigan bien.
Publicado el jueves, 20 de julio de 2006, a las 8 horas y 27 minutos
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