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PONERLE A UNO EN SU SITIO. La vida es sabia. La verdad viene de la boca de los niños y de los locos.
Iba yo por Bilbao (¿por dónde si no?), contento con la primavera, con los revolotosos gorriones de Bilbao. Dos niños también revoltosos, muy pequeños, venían corriendo detrás de mí, gritando ("dando chillos", dirían en Tudela). La acera estaba bastante poblada. Al llegar a mi altura, uno de los niños avisó, también gritando:
-¡Cuidado! ¡Un viejo!
Me soprepasó como una exalación. Miré a los lados, buscando al viejo que había sido sorteado tan hábilmente. No había nadie.
El viejo era yo.
Publicado el jueves, 1 de junio de 2006, a las 8 horas y 52 minutos
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