CÓCTEL. Leo
Ácido sulfúrico de
Amélie Nothomb y disfruto.
Un buen día se producen en la ciudad redadas de ciudadanos que son introducidos en vagones de ganado y enviados a un campo de prisioneros. ¿Son delincuentes? No: van a ser los protagonistas de un
Gran Hermano siniestro. El programa televisivo
Concentración trata de reproducir los sufrimientos de los campos nazis de exterminio, poniéndolos a través de las cámaras al servicio del morbo del espectador. Los medios de comunicación enseguida ponen el grito en el cielo, contribuyendo a que el programa alcance índices increíbles de audiencia.
No es un juego. Todos los días son enviados a la muerte a los más ancianos, los más desnutridos, los perezosos. Enseguida surgirá la heroína del programa, Pannonique, una chica íntegra que enseguida comprende que la vileza del programa no reside en sus organizadores sino en el escandalizado público.
No cuento más. Nothomb escribe como escribimos en los blogs: en un tono lacónico, cortante, cómplice.
El ácido sulfúrico es uno de los componentes de los cócteles Molotov. Esta novela sí que es una bomba.