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SERRÍN CON HONGOS. En una memorable secuencia de Agárralo como puedas —no recuerdo ahora el número—, se incluía una parodia de la gala de entrega de los oscars. Entre las nominadas, había un filme titulado Serrín con hongos, que representaba la cuota independiente que todos los años se cuela entre las nominadas. Leslie Nielsen asistía de incógnito, avisado de una posible amenaza terrorista. Y cuando Nielsen llegaba a trompicones hasta la tarima y gritaba: “¡Es una bomba!”, los artífices de Serrín con hongos empezaban a abrazarse.

Este cronista recordó la escena en la reciente entrega de los Goya, donde La soledad, de Jaime Rosales, parecía desempeñar en un principio la ingrata función de Serrín con hongos con respecto al resto de las nominadas. Sin embargo, acabó convirtiéndose en la triunfadora de la noche. No he visto la película de Rosales, que apenas llegó a posarse en la cartelera durante una semana, antes de que las urgencias de la distribución la relegaran al DVD. Sí vi en su momento Las horas del día, que me pareció fallida y poco creíble. Sin embargo, espero con interés el reestreno de La soledad, pues en la anterior película había madera de buen cineasta, y nunca mejor dicho. Con todo, como uno es un optimista irredento, confía también en que el triunfo de La soledad sirva, sobre todo, para abrir los Goya a ese otro sector del cine español. Es una lástima que en una cinematografía tan pequeña como la nuestra exista una falla insalvable entre las producciones bendecidas por la industria y las producciones independientes, que rara vez llegan a alcanzar una distribución normalizada, y menos aún un lugar en el reino. No entiendo que En la ciudad de Sylvia, mucho más interesante que la mayoría de las nominadas, permanezca en el limbo de los estrenos fugaces, y eso por no hablar de la última película de Pere Portabella, invisible en las salas de estos lares. Tampoco entiendo la indiferencia endémica de la Academia hacia los filmes de Marc Recha o Isaki Lacuesta, entre otros. Pero los ditirambos académicos tampoco justifican los denuestos de los espectadores. En las páginas de El País nos lo recordaba ayer Álex de la Iglesia y hoy Icíar Bollaín: a pesar de los pesares, el cine español goza de una mala salud de hierro.

Publicado el jueves, 7 de febrero de 2008, a las 13 horas y 44 minutos

CAMBIO DE VALORES (1) En estas fechas, el espectador paciente tiende a registrar en su retina las películas candidatas a los oscars, que suelen ir desembarcando con cuentagotas en nuestras pantallas. Sin embargo, últimamente este cronista cada vez advierte más cambios de valores (sobres e infras) con respecto a los juicios consumados por la crítica y bendecidos por el público. Así las cosas, abrimos aquí una lista de discrepancias con los honores excesivos y los sambenitos implacables que marcan la piel del celuloide.

Sobrevalorada: Expiación, de Joe Wright. Saludada con tímido entusiasmo a su paso por el festival de Venecia y galardonada con el Globo de Oro al mejor filme dramático, he aquí un indigesto cóctel entre La calumnia, Guerra y paz y Orgullo y prejuicio que le hace un flaco favor a la novela de Ian McEwan en la que se inspira. Wright no encuentra ni el tono, a medio camino entre la truculencia y la cursilería, ni el calado dramático que requería la historia. Cuenta, además, con uno de los epílogos más lamentables que este cronista ha visto en los últimos tiempos, con coartada intelectual y solución Titanic para intentar recoger los numerosos cabos sueltos del filme. Se salvan: la ambientación de época, la utilización de algunos recursos climáticos (el continuo repiqueteo de la máquina de escribir)... y poco más.

Infravalorada: American gangster, de Ridley Scott. A Scott no se le perdona su nomadismo estético ni su afán revisionista de los grandes géneros de Hollywood. Pero, aunque es cierto que recientemente se ha dormido (y a veces roncado) en los laureles, American gangster no merece la tímida respuesta que ha obtenido. Para disfrutar de esta buena película es necesario olvidarse de las coreografías operísticas de Scorsese y de las tramas familiares de Coppola. El filme de Scott renuncia a la epopeya para ofrecernos la intrahistoria de dos personajes menos antagónicos de lo que parece. Por otra parte, la aceleración de la historia en los años setenta dota a la cinta de una rara congruencia, como si los hechos que se narran estuviesen determinados por el propio devenir colectivo. Ahí es donde American gangster conecta con algunas de las propuestas más interesantes del policiaco norteamericano actual, como Zodiac. Muy bien escrita por Steve Zaillian y puesta en imágenes por Scott con menos brillantez de la que es habitual en él, pero con más sobriedad, tal vez no se trate de una obra maestra, pero sí de una cinta más que estimable. Destacan: el pulso narrativo, el duelo interpretativo Washington-Crowe, la filiación con el género de investigación.

Publicado el miércoles, 30 de enero de 2008, a las 15 horas y 04 minutos

LUJURIA, PRECAUCIÓN. O Deseo, peligro, que tanto monta, es la nueva película de Ang Lee, por la que este taiwanés errante se ha llevado otra vez el león (de Venecia) al agua, como ya hizo con Brokeback Mountain. Es curioso lo que a un servidor le pasa con el cine de Ang Lee: lo encandiló con sus primeros filmes sobre la familia oriental y occidental (Comer, beber, amar y La tormenta de hielo), lo dejó indiferente con sus ilustraciones de época (Sentido y sensibilidad), lo sedujo con sus epopeyas histórico-mitológicas (Tigre y dragón),
lo aburrió con sus andanzas de un monstruo verde (Hulk) y, finalmente, volvió a dejarlo más frío que un cubito con su revisitación del profundo oeste (Brokeback Mountain).

Ante emociones tan dispares, este cronista fue a ver Deseo, peligro como quien asiste a una cita largo tiempo aplazada. Sí, me habría gustado que me gustara Deseo, peligro. Pero esta vez tampoco pudo ser. Todo me suena a impostado en esta recreación de idealismos en formol y relaciones planas, guiadas antes por la lógica de la ficción que por la palpitación de los personajes. Lo de menos es que Leung le enseñe a su amante todas las posturas del Kamasutra. Lo de más, que quien suscribe no encontró la fascinación malsana que supuestamente había que encontrarle al tándem entre el torturador recalcitrante y la alegre colegiala. Tampoco diré que Deseo, peligro sea un bodrio, que no lo es, porque Lee maneja con soltura tiempos y atmósferas, pero el lustre de la recreación histórica se queda en nada si uno no entra en el juego de relaciones peligrosas que propone el celuloide. Al salir de la sala, me quedaba la sensación de haber visto una historia semejante mucho mejor contada en la que me pareció acaso la mejor película de 2007: El libro negro, de Paul Verhoeven.

Publicado el miércoles, 9 de enero de 2008, a las 22 horas y 38 minutos

LAS MEJORES PELÍCULAS DE 2007. Con la habitual impuntualidad de este cronista, aunque con la parcialidad que le caracteriza, se ofrece aquí la lista de las que han sido en nuestra opinión las mejores películas de la cosecha de 2007 (buena añada, a vista de los ex aequos que dialogan, se complementan o se contradicen). No sabemos si nuestro lector coincidirá, discrepará o se encogerá de hombros, pero en cualquier caso, ahí queda, a beneficio de inventario:

1. El libro negro (Holanda-Alemania-Reino Unido), de Paul Verhoeven.
2. María Antonieta (USA), de Sofia Coppola.
3. Promesas del este (Reino Unido-Canadá-USA), de David Cronenberg.
4. Zodiac (USA), de David Fincher.
5. The Host (Corea), de Bong Joon-ho.
6. La vida de los otros (Alemania), de Florian Henckel von Donnersmarck.
7. (ex aequo) Planet Terror, de Robert Rodríguez, y Death Proof, de Quentin Tarantino).
8. (ex aequo) El jefe de todo esto (Dinamarca), de Lars von Trier, Persépolis (Francia), de Marjane Satrapi, y Luces al atardecer (Finlandia), de Aki Kaurismaki.
9. (ex aequo) Banderas de nuestros padres (USA) y Cartas desde Iwo Jima (USA), de Clint Eastwood.
10. En la ciudad de Sylvia (España), de José Luis Guerín.

Y... la nieve cae sobre los amantes en Los climas (Turquía), de Nuri Bige Ceylan; Tobey Maguire se marca unos pasos de bailes en Spiderman 3 (USA), de Sam Raimi; Tony Leung y Tang Wei practican el contorsionismo sexual en Deseo, peligro (USA-China-Hong Kong-Taiwán), de Ang Lee, y Matt Damon miente en El ultimátum de Bourne (USA), de Paul Greengrass, Ocean’s 13 (USA), de Steven Soderberg, y El buen pastor (USA), de Robert de Niro.

Publicado el sábado, 29 de diciembre de 2007, a las 21 horas y 20 minutos

PELÍCULAS COMO LAS DE ANTES. El atardecer, de Lajos Koltai, se presenta como una revisitación nostálgica de esos melodramones que hicieron llorar a generaciones de cinéfilos. Los ingredientes: un reparto estelar (en este caso, constelación femenina), una historia trágica y romántica a partes iguales, una mezcla de realismo y onirismo, y, finalmente, una pizca de moralina en los personajes contemporáneos que evitan, Meryl Streep mediante, repetir los errores de antaño. El problema de la película es que el espectador de antes no es el de ahora. El público ingenuo de la edad dorada hollywoodiente poco tiene que ver con una audiencia que se las sabe todas. El espectador posmoderno es un tipo siniestro que conoce al dedillo la historia que le van a contar, sonríe o se sonroja ante el tono cursilón de buena parte de las secuencias, se cachondea del realismo mágico de pacotilla que impregna las imágenes y se lamenta del desperdicio de actrices en busca de personaje. Nosotros, los de antes, ya no somos los mismos. Por eso El atardecer, con su voluntad de recrear lo que acaso nunca existió, tiene la engañosa consistencia de los espejismos

Publicado el domingo, 16 de diciembre de 2007, a las 23 horas y 17 minutos

MARTIN FROST. Paul Auster es un excelente narrador.

Publicado el domingo, 9 de diciembre de 2007, a las 22 horas y 00 minutos

SILENCIO, SE RUEDA. Rec, de Paco Plaza y Jaume Balagueró, se presenta como un proyecto original dentro de nuestro cine de terror. La apuesta, desde luego, no carece de interés, pues consiste en emplear el lenguaje de los reality shows para relatar la enésima variación sobre el tema de los de muertos vivientes. Rec mantiene su voluntad de consciente «artefacto» fílmico hasta el final de su metraje, pero sólo consigue soportar su reto a medias. Pasado el ecuador de la película, los imperativos del género acaban por imponer un desfile de zombies, descuartizados y niñas endemoniadas que frustra unos inicios muy prometedores. Es cierto que al espectador no se le va el miedo del cuerpo mientras dura la cinta, pero el cinéfilo empieza inevitablemente a hacer operaciones mentales: Ocurrió cerca de su casa+El proyecto de la bruja de Blair+El ángel exterminador+El exorcista+todo George A. Romero. De este modo, lo que se planteaba como una reflexión personal sobre los límites del género se convierte en un ejercicio de estilo que no alcanza a superar el peso de la tradición. Eso no significa, sin embargo, que Rec no cumpla su objetivo primordial. Cuestiones (meta)cinematográficas aparte, la sensación del espectador es evidente: uno no gana para sustos.

Publicado el jueves, 6 de diciembre de 2007, a las 22 horas y 59 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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