CONTRA MAO Y MAREA. La vida en
Chinaflat, no es especialmente dura, pero a veces se antoja lacrimógena. Estoy en mi habitación azulada y, de repente, me empiezan a llorar los ojos. ¿Qué hoces pasa?
Sí, son
La Canija y El Largo, que contraatacan desde la cocina, único lugar común en estos sesenta metros cuadrados. La feliz pareja se las trae: las especias, en concreto, de la China.
Ellos no llevan máscara porque, los muy desequilibrados (canija y largo, claro), están acostumbrados, pero yo no puedo hacer otra cosa que toser y toser, llorar y llorar, acordarme y echar de menos a la cebolla, una santa en comparación con lo que se cuecen estos.
Quiero pensar que utilizan guindilla, pero me parecería cruel acusarla sólo a ella de que el apartamento se convierta en una cámara de gas. En fin, abro la ventana, salgo al pasillo y toso, a ver si se enteran, pero como toso en gallego y, a veces, también en español, estos no me entienden. Saben Lepe... Uhm, ¿cuál será el Lepe chino?
Queda anotado.
Adjuntaré dicha observación en Mi investigación más preciada. A saber:
La Canija y El Largo van, a todas horas, juntos al water, porque aquí bañera y taza están segregadas.
"¡Cómo se quieren!", pensarán algunos. "¡Les pone!", pensarán otros. "Me temo que La Canija tiene miedo", dirá el más cauto. Joder, a juzgar por el número de pasitos que da antes antes de llegar, rauda y veloz, al excusado, no me extraña. O eso, o que la chiquilla le tiene mucho apego a la porcelana. Pero no, porque la performance se repite todos días, y quiero pensar, porque tengo mis sospechas, la verdad, que en el water (apenas un metro y medio cuadrado) hay dragón encerrado...
Rebusco en mis viejas anotaciones para
Mi investigación más preciada:
“Pronto retomaré lo de los chinos (material confidencial), pero mientras debo investigar (¿espiar a un espía tiene algún año de perdón?) qué carallo pintan los dos estudiantes (chico y chica) de la London School of Economics encerrados siempre juntos en el WC.
¿Es su laboratorio de fotografía clandestino?, ¿preparan armas químicas los muy hijos de puta?, ¿se cambian las caretas para desdoblarse en sus funciones?, ¿sufren o sienten placer compartiendo rumores y secreciones?
Si se diese el segundo caso, ¿a quién le gusta mirar?, ¿a él o a ella?, ¿sólo miran?, ¿les gustaba ya antes o le cogieron gusto tras la convivencia forzada por la agencia de inteligencia (aunque estos me parecen cada día más tontos) china?
Pero ¿les mandan de verdad sus jefes ir siempre juntos al baño, sea la hora que sea, o es que ellos son así?”
Como diría Millás, qué raro es todo.