HAY OTROS CHINAFLAT, PERO ESTÁN EN ÉSTE. Hoy estoy disgustado. Mis acercamientos a Lin son liliputienses. Esta mañana he sabido que
mi ecobarbie favorita mora en un apartamento de Camden Town con varios paisanos. Chinos, se entiende.
Desconozco la cantidad pero no la calidad: para ella, si falta uno de sus coinquilinos no se pone el sol. Como explicarlo sin que se me rasgue la voz…
Lin… tiene… novio.
Mientras le extraía con paciencia oriental tamaña y fúnebre noticia, me sentí como un dentista extirpando las muelas del juicio a
una florecilla amarilla. La sentencia no tardó en llegar: me declaré culpable.
Culpable por no percatarme de que la inabarcable belleza de Lin tiene cancelas.
Culpable por no intuir la presencia vigilante de un pastorcillo republicano, socialista y popular.
Culpable por no darme cuenta de que hay otros
Chinaflat, pero están en éste.
En fin, a medida que encajaba una interrogación con otra, me sentía inocente inocente. Inesperadamente, ella, insensible, dejó escapar por su boquita de grosella la palabrota boyfriend.
Entonces, mi rostro se volvió rojo y, por un puñetero instante, me sentí cercano a ella.