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«FOX CONFESSOR BRINGS THE FLOOD». NEKO CASE
¿Alguien me entiende si digo que la palabra «evocadora» es evocadora? Yo sí. Pues en ese sentido la música de Neko Case me parece evocadora. De nada en concreto y de todo en general. Me remite a otra cosa. Me libera de esto y me lleva allí o me trae lo otro aquí. Me calzo los cascos y veo a Neko salir de entre la niebla con esa melena Twin Peaks, sonriente, soltando mis amarras y diciéndome adiós con la mano. Adiós Neko, adiós…

* * *

Cada día que he pasado sin escribir sobre este disco me lo he reprochado. Y ahora que lo estoy haciendo pienso que me reprocharé de por vida no estar nunca a la altura de los discos sobre los que escribo. Por eso no intentaré aparentar ser el fino estilista de la pluma o el teclado que no soy e iré al grano. Me hinco de rodillas e imploro que escuchen este disco: les espero aquí en el duro suelo, mordiendo el polvo a los pies de la pelirroja.

* * *

Americana, folk, rock de raíces, nu-country… Me vale cualquier de estas etiquetas si alguien me hace una funda de terciopelo a medida. La quiero negra para darle el toque justo de misterio. Arrástrese un poco sobre el polvo del desierto y e voilà. Buscar un hueco en el armarito de los cedés, cerca de Lucinda Williams, de Stacy Earle, allí donde los perfiles del country-folk comienzan a difuminarse. Subráyense en rojo los temas «Hold On, Hold On» y «What Teenage Feeling» para no perderlos nunca, nunca, de vista.

www.nekocase.com
Publicado el jueves, 22 de junio de 2006, a las 17 horas y 11 minutos

EXPERIENCE. CENTRO CULTURAL CAJASTUR (OVIEDO)
LUNES 29 DE MAYO Decir que un concierto de Experience (pronúnciese ‘expegans’) resulta toda una experiencia es fácil y tonto, pero una verdad como una casa. Para ser más exactos, como una casa en llamas. Dicho en román paladino, acojonan. Como casi todas las propuestas, en directo pierden matices, pero como en algunas de ellas, ganan contundencia. Y el de Experience es un discurso político-musical al que le viene muy bien la contundencia. Más cercanos al hardcore que al hip hop, que yo suponía su estilo de cabecera dado el devocionario de Michel Cloup (ahí está la selección de versiones de su último disco), la apisonadora rodó sobre nuestros tímpanos.

Eso sí, Experience nunca serán Diabologum, y seguramente ni falta que les hace. Venderán (si no los han vendido ya) más discos, y ampliarán el campo de batalla, pero la pátina de vanguardia que marcaron aquellos, su prurito de grupo determinante, no les corresponde a estos.

Tres puntos a favor del concierto de Experience: entrega, sonido, contundencia. Tres en contra: ese micro doble que nunca funciona, unas bases programadas que aportan bien poco y la escasa convicción de Michel como MC. Cloup está mejor en su papel de no-cantante (no canta, ni recita, ni rapea, y lo hace todo a la vez).

En definitiva, si hubiera podido olvidar por un momento que en el escenario estaba una parte, quizá la más importante, de Diabologum, quizá hubiera disfrutado más de un gran concierto. Es el lastre de los músicos que escriben una página histórica en la primera hoja del cuaderno; es el lastre de los aficionados que queremos leer siempre páginas magistrales.

Publicado el lunes, 12 de junio de 2006, a las 18 horas y 34 minutos

MARAH. CENTRO CULTURAL CAJASTUR (OVIEDO)
25 DE MAYO. El rock americano, entendido como estilo musical, tiene un mecanismo de lo más sencillo. Si me apuran ni siquiera tiene mecanismo. Todo lo más un resorte. Eso sí, bien accionado es un resorte infalible. Lo aprietas y... ¡zas! Funciona. Marah lo tienen bien engrasado.

En Oviedo le dieron al botón nada más comenzar el concierto y la fiesta no se apagó hasta el final. No pudo con ellos ni una sala enemiga del rock, plagada de butacas atornilladas al suelo que no dejan apenas espacio para estar de pie -bailar ni soñarlo-. Sus primeras palabras fueron precisamente para pedir/ordenar al público que se pusieron en pie, y claro, el público -mucho fan- obedeció. Y lo demás ya es historia, rock a tres guitarras y una armónica, rock clásico, de sabor americano, a ratos desbocado, con un fuerte olor a raíces. Mucha cerveza y alguna botella de vino circulando por el escenario y al público haciéndosele la boca agua, pero sin dejar de palmotear, para seguir el ritmo o aplaudir, según tocara.

Dicen que Bruce Sprinsgteen ha elogiado vehementemente su trabajo -cinco discos ya en el petate- y se entiende. El fan de Bruce no tiene por qué amar a Marah, pero es difícil que los admiradores de los hermanos Bielanko no guarden en su casa algún disco del Boss. Aún así el sudoroso rock de Marah, cuando mira por el retrovisor no ve sólo un Thunder Road, como dejaron claro en dos momentos anecdóticos pero reveladores del concierto, como cuando al batería se le descacharró el bombo, y la banda improvisó a pelo para rellenar el ínterin, un poderosa versión de Lynird Skynird, o cuando en mitad de un tema propia intercalaron a los mismísimos Who para delirio de la parroquia (es triste pero la careta de CSI puede más que cualquier ópera rock).

Grandes músicos con manual de showman, saben cuándo hay que pedir palmas, cuándo bajarse del escenario y tocar entre el público para hacernos creer que el concierto es en realidad una fiesta. ¿Y no era eso en realidad de lo que iba todo este rollo?

Publicado el martes, 30 de mayo de 2006, a las 18 horas y 26 minutos

12TWELVE+SECRET SOCIETY. COLEGIATA DE SAN JUAN BAUTISTA (GIJÓN)

20 DE MAYO. «Hemos hecho un largo viaje hasta aquí y esto va a ser fantástico, ya lo veréis». Si comienzas así de chulo un concierto, o cumples o te corren a gorrazos. Pues no se vio ni una gorra, y las boinas se fueron deslizando de la cabeza al bolsillo amparados sus dueños en la oscuridad de la sala. Todos salimos con la azotea al descubierto.

Fue como una fiesta pagana en el pequeño templo indie en que de cuando en cuando se convierte esta pequeña iglesia del barrio gijonés de Cimadevilla. Porque así fue la cosa, unos tipos poseídos por el demonio del jazz tocando en una iglesia laicizada. Jazz o post rock, que ya se sabe que los demonios son Legión. Por momentos saltaban chispas, como me pareció verlas brotando en cascada de los pulgares al rojo vivo que pellizcaban las toscas cuerdas del contrabajo de Javier García.
Y no sé quién ni dónde pero a ratos alguien aullaba, en el escenario o entre el público, jaleando aquel «no parar» de free jazz o free rock esculpido a dentelladas y salpicado con pespuntes de electrónica un tanto ruidista.

Contrabajo, guitarra, batería, saxo y electrónica. Con esta paleta de colores, a cada rato me quemaba el asiento y los dedos, como locos, se me iban detrás de unas cuerdas, de unas teclas, de unas baquetas imaginarias. Un subidón, un chute. ¡Quema!

PD: Le hicieron el previo a 12twelve, el bueno de Pepo Márquez y su sociedad secreta. He leído buenas críticas del disco, y lamento haberle visto primero en directo, porque ya no me compraré el CD. Desafinado, deslabazado, desconectado... Verde, muy verde.

Publicado el jueves, 25 de mayo de 2006, a las 19 horas y 00 minutos

LOS MONOS Y EL PERRO VIEJO
Leyendo a Fernando Martín en El País –su crítica del concierto madrileño de Arctic Monkeys– el periódico se ha vuelto espejo y no me ha gustado lo que he visto. Es una crítica la de Martín de tono desabrido, nada amable, por debajo de la cual asoma la patita el desencanto propio del culo pelao. No conozco a Fernando M., ni sé de sus gustos o su edad, pero en 51 líneas se ha me ha aparecido como un viejo rockero de los que sí mueren alguna vez. No diré yo que los monos del ártico, o como coño se traduzca su nombre, vayan a cambiar el rumbo de la Historia, pero huyo como gato escaldado de ese tonillo entre irónico y cabrón que no deja claro si el grupete le parece una mierda, o lo que realmente le parece una mierda es no formar ya parte de las hordas de imberbes a las que el nuevo hype se la pone tan dura como a él seguramente se la ponían The Jam o The Clash.

Y en fin, que huele hoy en la página 49 de El País a perro abandonado en la cuneta; un perro que ve y ya no entiende, que se ha cansado de correr tras la liebre, y al que ya no le importa dónde salte ésta. Y husmeando husmeando resulta que olor me es familiar. Soy yo el que ya empieza a desprender el tufillo. Y para sacármelo de encima me he acercado a comprar el disco con la portada del tipo que fuma, y me lo he puesto cuatro veces seguidas, y ahora lo llevo en el coche, y en cuanto me sorprendo añorando mis viejos discos de los Clash subo el volumen hasta que de tan aturdido que estoy me parece que ya soy uno de esos miles que han flipado con el olor a nuevo –falso olor- de los Arctic Monkeys. Porque quiero seguir entendiendo lo que pasa, quiero seguir siendo el de hace diez años y me cago en la puta madre del que se atreva a decirme que no sé hacerme mayor.

Publicado el viernes, 19 de mayo de 2006, a las 18 horas y 50 minutos

«L’UNIVERSE».12 TWELVE
12 Twelve figuraban en los tratados de rock hispano en la t de doce, en la d de twelve, en la c de core y en la p de post. Desde este disco lo encuentras por la j de jazz. A este paso hará falta un tomo entero para estos nengs.

Aunque ahora mismo les vale con la página j. Sólo me pregunto si aspiran a borrar su nombre del resto de páginas del tomo. Porque si bien es relativamente fácil seguir la línea que lleva del post-rock al jazz, parece que 12 Twelve sigan las miguitas de pan mientras dinamitan los puentes que dejan atrás. Algo de post, casi nada de rock y todo de jazz es lo que hay en este disco. Un disco que no mira atrás y que a mi juicio debe poco al pasado de la banda. Eso sí, sin rencores.

Habrá que esperar de todos modos a un próximo trabajo para saber si estamos ante un paso adelante o una excursión a la que un colega se ha llevado el saxo. No confundamos, es ésta una excursión seria, algo más que un viaje a Lourdes, y aún así con milagro. Un viaje en el que se muestra que los buenos grupos están formados por músicos de pelo en pecho y cayo en el pulgar. Instrumentistas de tomo y lomo. El que desde ya es el disco de jazz de 12 Twelve es algo más que una prueba de fuego superada con éxito. Creciendo a cada tema, rompiendo barrera. Masters…del Universo.

www.12twelve.net

Publicado el jueves, 11 de mayo de 2006, a las 16 horas y 57 minutos

«L’HORIZON». DOMINIQUE A
Acabo de despertar de un coma de seis semanas. He vuelto a casa después de una siesta de 42 días en el hospital. La que dice ser mi mujer me muestra una habitación llena de discos y me dice que son todos míos: comprados o robados en internet. Los últimos están en un baúl de piel, acumulados sin orden ni concierto, sin caja ni funda, toscamente rotulados los nombres de los artistas y los títulos con tinta azul. Cojo uno al azar y la música me acaricia y me sacude alternativamente. Lo conozco o creo que lo conozco; soy incapaz de recordar a este Dominique A. Sin embargo, esa guitarra galopante, ese galope dramático, ya lo he oído más veces. ¿Será que tengo más discos de este francés? ¿Será que sus discos se parecen unos a otros? En ese caso se trata de un tipo con una acusada personalidad musical. O un músico metido en una espiral creativa.

Sólo hoy me he puesto el disco «L’horizon» cuatro veces. Es adictivo, melancólico, evocador, pero me recuerda tanto a esos discos que no recuerdo…

Dominique A toca la guitarra y toda una panoplia de instrumentos, y encima tiene músicos de acompañamiento. Y sin embargo suena casi como un disco acústico. Y me da la impresión de que incluso con una orquesta sinfónica detrás sonaría como un cantautor de guitarra en bandolera y platillo de monedas de céntimo a sus pies.

Y ahora es un piano el que cabalga sobre la línea del horizonte, y también me parece que ya lo he oído. Y Domingo Ané provoca destellos en la melodía, pero no me quito encima el deja vu. ¿Quién eres Dominique? ¿Un genio? ¿Un genio que se plagia a sí mismo? ¿O un impostor? ¿Quien soy yo Dominque? ¿Por qué escribo este blog? ¿Soy el de la caricatura? ¿O soy un impostor?


commentcertainsvivent.com//

Publicado el lunes, 24 de abril de 2006, a las 16 horas y 39 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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