ESE CAFÉ... Sin parar en todo el día.

Aguantando. Trabajando.

Llamando. Escuchando.

Soportando.

Y cuando piensas que ya está el día clausurado... que te han agotado y no sabes para qué... una amiga de fatigas y de alegrías comparte un café, y un pedacito de su ser... y de pronto, sonríes por formar parte de su vida.

Ese café... ¡Qué bien sabe cuando lo que se ve sonríe al mirarte!

IGUALDAD. Esta mañana se me ha hinchado la vena mas de lo normal.

Me parece inconcebible, abominable y una desigualdad intolerable, que por que un señor sea Don Periñón en vez de Don Simón, le dejen dejar el coche donde se le antoje.

¡Siempre el mismo Mercedes de ochocientos metros!

Y siempre como caído del cielo... ¡Aquí se me antojó, aquí lo dejo yo!

Pues ese pavo, o mejor dicho: ese señor pavo, lo ha dejado “depositado” en le paso de cebra.

Pero no a un lado. En medio, como diciendo: ¡Toma paso!

Le he preguntado a mi amigo del Kiosco: ¿Ese ilustrísimo zoquete es el reincidente de siempre? Y me ha contestado malhumorado: Lo ha dejado a primera hora. ¡Y ya ves, son las dos y veinte!

...Pero lo mejor de todo, es que pasa la grúa, ¡Y NI SE INMUTA!

Hoy en el paso de cebra. El otro día, en dirección prohibida. El anterior, cerrando todo un carril... y así seguiría hasta que me explotase la vena... Y él ¡Sin condena!.

¡Es que me palpita!

Ponen recetas, a diestro y siniestro porque ya están diciéndonos: “Nos váis a pagar la extra de Navidad”... pero tienen disfunción anal. Estrabismo de elite, o lo que es lo mismo: estreñimiento progresivo terminal.

¡Hay que tener OJONES para aparcar ahí el coche!

Pero no los tiene. No es cuestión de anatomía. Es de economía.

LO IMPORTANTE. La palabra clave para mi sobrino es “Jamón”

- ¿Qué nombre le ponemos al rinoceronte?
- ¡Jamón!
- ¿Cómo llamamos al caballo?
- ¡Jamón!

Lo tiene tan claro como yo.

- ¿Qué busco en un hombre?
- Ilusión.
- ¿Qué regalaré estas Navidades?
- Ilusión.
- ¿Y que quiero en mi cumpleaños?
- Ilusión.

LA CONSTITUCIÓN. Ya sé que es importante...pero como siempre, lo que se tiene no se valora...hasta que se pierde.

ESPASMOS DE MARCA. Cada uno alcanza el orgasmo según como tenga tapizado su cielo particular.

A esa conclusión he llegado después de ver lo diferente que somos al alcanzar la felicidad.

Es curioso como para algunos el ir vestida de pantera afamada y firmada por un diseñador actual, produce mas que un cosquilleo, un éxtasis comparable al de aquella Teresa de toca y votos de castidad.

Yo he visto con mis propios ojos como una mujer normal, con dos piernas, dos brazos y el resto de las piezas del mecano, mutaba simplemente al mirar un autentico "JOOTIA", (no me da la gana de dar publicidad a una firma súper popular-osea de la muerte-simplemente genial).

Como Yerkil y Jai (en español original), las he visto cambiar, y es que para algunos el aparentar, es fundamental. Puedes ser, pero sobre todo, tienes que tener. Y sobre todo, demostrar.

Yo me quede con aquel dicho: "No es más feliz quien más tiene, sino el que con menos se conforma"

Puntualizando: Con eso no interpreto que si llegas a conformarte con una hoja de árbol y un plátano, vas a alcanzar el Nirvana terrenal y celestial de un salto.

Yo interpreto, y así lo manifiesto, que se puede ser feliz simplemente con mucho cariño, y rodeado de las pequeñas cosas de la vida.

Puedo parecer una sopánfila. Quizá lo sea. Pero tengo claro que el que te quiere conociéndote, te quiere por lo que ve dentro, no por lo llevas, tienes o enseñas.

Siempre recordaré lo siguiente: Estaba yo desvistiéndome en el gimnasio, cuando la compañera de al lado me dijo refiriéndose a mi blusa:

- ¡Qué mona! ¿Dónde te la has comprado?.

Yo la conteste lo de siempre:

- ¡Ni idea!

Porque mi impresionante memoria debe de estar de vacaciones con mi genial sentido de la orientación. Es decir, no recordaba siquiera el día que me la compré, como para recordar, la tienda y la ciudad en cuestión, en la que hice esa adquisición.

La cogió, no sin antes pedirme un discreto y rápido permiso, y abalanzándose hacía la etiqueta me susurró casi sin fuerzas:

- ¿Dónde está la marca? Porque es de marca...

Yo sacándome la bota la contesté:

- Supongo que la quite. Es que me pican.

Casi se desmaya.

Entonces, ¿cómo podrás demostrar que es original? – me contesto alucinada-
Y rápidamente como buena profesional de marca, buscó cual perro de caza, la etiqueta de la composición y por supuesto allí encontró la casa.

- ¡Ves como era de Pííííííííííííííí!
(¡Y yo que pensaba que no habría censura en mis palabras!)

A lo que yo la contesté:

- Esa etiqueta en una superviviente, o eso, o que no me ha molestado lo suficiente.

- No entiendo cómo eres capaz de quitar la marca.

- ¿A los perros no les capan? Pues esto es más útil, y desde luego, menos doloroso. Y si no puedes entender una compra por gusto y no por nombre de la casa...

¡Que te den maja!

¿Y UNA NOVIA? Me ha llamado la atención en una revista que se considera muy masculina el siguiente titular:

¿Cuánto cuesta una novia?

Y comenzando con un: ...si ella te deja podrás comprarte:

En vez de regalarla una pashmina de Hermés que te saldría por 1.400 euros. Podrías disfrutar una supertele de plasma.

...Ya no tendrás que comprarla ese vestido de Valentino y en cambio podrás pilotar una moto con esos 6.000 euros.

Y en vez de la botas, una aspiradora.

¡Hasta una vaca lechera puedes comprar, en vez de ese dichoso bolso de Ferragamo!

Y así podrían continuar comparando lo que se dejan de comprar por salir con nosotras.

¡Qué manía les ha dado por cuantificar las cosas!

Tanto tienes... tanto vales.

Tanto me cuesta... tanto me satisface.

Pues mira, ¡no! Yo no soy de esa opinión.

Y si llega un día en que valoro a un ser humano por lo que tiene, o por lo que me cuesta, entraré una casquería y dejaré que me vendan como despojo humano.

ENCUESTA. ¿Cuánto cuesta un novio?