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DESEO. ¡Queda un día menos para mi cumpleaños!

Publicado el miércoles, 30 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 20 minutos

CON SAÑA. ¡Nunca cojáis unos zapatos que no sean vuestros!

Mi madre y yo tenemos el mismo número. Un 39. Las dos medimos más de ciento setenta centímetros. Podría decir que nos hicieron con la misma horma, pero, como muy bien averiguó el príncipe que buscaba a su princesa, cada pie es distinto y tiene su peculiar forma y destino.

–¡Me llevo tus zapatos marrones! (Ay, inocente!... ¡Ay, ingenua!)

Capitulo UNO: El tormento.

Ya al cruzar el primer paso de cebra, empecé a acordarme del padre del zapatero. No había llegado al mercado, cuando también un poco menos respetuosa empecé a recordar a su madre...

Y si todo hubiera quedado ahí, no teclearía con tanta tiña.

Me encontré a unos amigos, y el recado de unos minutos, pasó a ser un calvario. ¡Me río del de la Aurora!

–Vamos a tomar unas tapitas al nuevo de la esquina.

... El nuevo de la esquina no cambió de Comunidad Autónoma por centímetros... estaba a tomar por saco... Aún más lejos que donde Jesús perdió sus sandalias. Cerca de donde Zapatero perdió su gracia.

¡Qué daño!

Capitulo DOS: El suplicio.

Con cada paso fui pasando de familiar... y cuando me quise dar cuenta, ya esta maldiciendo al primo lejano que se fue a Hawai, y cambió la zapatería por la cría del canguro enano. Pero a mí me daba igual. En mis pensamientos, todos tenían que pagar el paso tan doloroso, del rozón a la ampolla y de ahí a la latente herida que me estaba dejando la carne viva.

Capitulo TRES: La condena.

Diréis: ¡Seguro que no fue para tanto!

Pues os equivocáis. Y es más, tanto fue el sufrimiento, que esa condena me es válida. Me han dado un vale y ya la tengo hecha para lo que quiera.

Aquí lo pone: “Condena realizada. Validada en cualquier momento. Canjeable por un atropello, (Farruquito tenía uno de estos) y Descuento acumulable para penas cometidas con saña y desprecio.

Reíros. Pero, con esta tara, ¿cómo voy a encontrar un novio que no me quiera sólo por mi aspecto tan estupendo de tobillo hacía arriba?

¿Cómo voy a poder ganar de nuevo las olimpiadas?

Pero mira... ahora que lo pienso... lo que si voy a poder hacer es: la próxima vez que me suba a una pasarela, me va a salir la cara agria y malhumorada de forma natural y hasta con gracia.

Capitulo CUATRO: La tala.

No sé cómo coño han aguantado las geishas los pies vendados.

Y no me convence ningún argumento.

Hay amores que matan.

Y también, amores que habría que caparlos de raíz.

Publicado el martes, 29 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 19 minutos

HOMBRE DE FAMILIA. Acabo de ver una película que echaban por la televisión.

Ya la había visto, pero siempre me vuelvo a enganchar. Sé el motivo: me hacen pensar.

Yo soy una persona bastante alocada. Hago, hago, y vuelvo a hacer cosas, la mayoría de las veces sin pensar.

Soy así, prefiero actuar. Y cuando pienso es que no me queda otro remedio. Quizá sea un poco alocada. Pero a mí me da resultado. Me dejo llevar.

Por eso me gusta tanto el cine, porque cuando ponen los créditos tengo en mi cabeza no sólo los sentimientos que me hace brotar el guionista, sino también palabras que antes no estaban.

La de hoy, "Family Man", me ha hecho preguntarme: ¿Qué cambiaría en mi vida?... ¿Cuál es para mí lo importante?... ¿Retrocedería en algún momento y haría que mi vida diera un vuelco de 360 grados?

Yo lo tengo muy claro. Seguir apostando por los que quiero, o los que me quieren. Que son los mismos siempre. La familia, y los amigos de verdad.

Da igual el pasado. No importa no saber el futuro. Hay valores que son seguros.

Publicado el lunes, 28 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 03 minutos

LLAMAMIENTO POPULAR. ...¿Y qué me decís de la durabilidad de postes de álamos, tratados por inmersión parcial en pentaclorofenol?

En un tema tan apasionante y controvertido, voy a ser elegante y os voy a brindar la posibilidad para que os luzcáis.

No me déis las gracias... tenéis todo el fin de semana.

Publicado el viernes, 25 de noviembre de 2005, a las 1 horas y 00 minutos

BUENAS NOTICIAS. Cuando te enseñan a leer, no te dicen lo acojonante que puede llegar a ser.

En un instante, a mí, friolera declarada, con carné de pingüino y amante ( ¡por fin lo soy!) de los calcetines y del edredón, pude llenarme de felicidad con sólo pasar página y colocar para entender la M con la A: MA y el resto de las palabras.

Es un chollo saber leer.

Yo andaba preocupada. ¿Qué será de mí en el mañana? Reconozco que pensaba en el más allá. En la vida después de hacer crucigramas y recoger la cachava. Pero hoy, ante mi zumo de naranja, he abierto un suplemento dominical, como siempre de atrás a delante, por continuar una de mis máximas: ¡Hay que llevar la contraria! Y así, sin más, ahí tenía todas las palabras: La temperatura del infierno es de 444 º C. ¡Acojonante! Simplemente genial. Hay un lugar donde no voy a volver a pasar frío jamás.

Jamás de los jamases. Nunca de los nuncamases. De ningún modo en absoluto en la vida. Calefacción central general pagada para el resto de mis días. ¡Bien, coño, bien!

Publicado el jueves, 24 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 30 minutos

LA PUERTA. Después de decidirme entre las puertas blindadas y acorazadas, por fin, y casi haciendo una tesis, elegí una acorazada.

Con blindaje de doble chapa, marco de acero, nivel de seguridad cinco... hasta con cortavientos, y eso sabiendo que entre la puerta del portal y mi casa hay cinco plantas. Es decir, antes apaga un abuelo las velas desde el subsuelo, que un poco de viento susurra en mi puerta: “Soy doña brisa pasaba por aquí y aunque llevo prisa, he pensado en subir”.

Viene a medir, toma nota, y al firmar me recuerda: de 20 días a un mes.

Yo, por supuesto, le ingreso el cuarenta por ciento. Sé que de pagar, siempre hay tiempo, pero nunca pienso que me van a engañar.

Y suelo acertar... pero, a no ser que su noción del tiempo sea la de Marte, a este individuo hay que darle de comer aparte.

Midió en mayo. Llovió y ha escampado.

Me ha dado largas. Bueno, las largas, las cortas, las de niebla... pero yo sólo he visto las de emergencia.

¡Y cómo no verlas si han pasado tres meses, y después de muchos problemas la puerta nueva no está puesta!

Quizá sea una mal pensada y ahora mismo me estén cortando la madera en la Selva Negra.

Quizá mañana terminen de fundir el acero, encargado ex profeso, y lo labren a mano...

Quizá las medidas han de ser tan exactas que están esperando que queden libres el tallador y la maquinaria... con las que cortan diamantes en un instante.

Quizá sea cosa mía, y me la traigan a mano, cual antorcha olímpica, y ya de paso, hagan un campeonato de lanzamiento de estafas.

Quizá es que me he vuelto una desconfiada y después de que me dice la fábrica, “este hombre a nosotros no nos ha encargado nada” yo no caiga, en que así, cuando tenga setenta tacos, la sorpresa será tal, que de un simple vistazo a la puerta, se me caigan las patas de gallo, la arrugas, verrugas, ojeras y demás fauna animal.

Vamos, que la sorpresa me va a convertir en una princesa de 18 años.

Publicado el miércoles, 23 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 50 minutos

PA CIENCIA: LA MÍA. Esta mañana me la he pasado jugando al escondite.

Al escondite con la suerte, con los clientes y con el destino.

Si lo llego a saber, me hubiera quedado en casa tomando café.

El último que he tomado ha sido con un policía de paisano. “El otro día: ¡Multa al canto!: me pillaron a ciento noventa y nueve... Pienso recurrir... a ver si con un poco de suerte, consigo que pase el año... y no la pago. A veces, me levanto prontito y antes de que pongan los radares me voy a Asturias... pero el otro día, me cazaron a ciento ochenta... ya me ha llegado la foto...”

En casa del herrero... ¡Cuchillo de palo!

Lo que me ha quedado muy claro esta mañanita es la paciencia que TAMBIÉN tienen que tener los profesores.

He estado acompañando a un cliente en su negocio un rato, y al cuarto chaval que ha entrado chillando, golpeando y pidiendo sin decidirse entre unos gusanitos y unos chicles... yo le hubiera incrustado un chupete de esos de caramelo, para que le silencie y, de paso, le recuerde que es un yogurcete. O como en los dibujos animados: Machacado con un martillo gigante hasta dejarle tan plano que tuviera muy claro que NO QUERÍA DONETES.

La paciencia y el trato con el público se dan la mano. Y muchas veces hacemos milagros por no decir lo que pensamos: ¡Anda y que te aguante tu mamá un rato!

Es que hay bocas y bocazas. Y desde luego lo más inteligente es escuchar, y otras veces seguir la corriente: Bajas el sonotone rápidamente y tú, sonriente, que siga hablando... que siga hablando. Tú, sonriente.

Hay días que no haces caja, pero, desde luego, te ganas la butaca que pone: “Al más paciente”

Publicado el martes, 22 de noviembre de 2005, a las 0 horas y 40 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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