Y POR ÚLTIMO EL ÚLTIMO. Se acabaron los tiempos de ser el primero. Ahora lo que se lleva es ser el último. Y también en la literatura y adyacentes se nota este fenómeno. Ayer, de paseo por librerías, me topé casi juntos con tres "últimos". Eran:
El último merovingio,
El último cátaro,
El último soldurio. Atrás quedaba
El último mohicano y también
El último samurai, por no hablar de
El último de la fila,
El último Emperador o
El último verano (sé lo que hicisteis).
Empezó el mareo. Me acosaban muchos últimos, que no sé si serán los primeros. Tecleé en Google para ver hasta dónde llegaba esta confabulación de últimos pesados, y topé con la página de
Tecnochica, en la que se asegura que el último minuto de 2005 tendrá 61 segundos.
Ese último segundo, el de propina, es el que me inquieta.