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UN EQUIPO DE BÁSKET. La abuela tenía muy mal pulso, pero se empeñaba en dar personalmente los potitos a los niños. Cinco inocentes pasamos por sus manos, cinco víctimas acostumbradas desde el principio a poner la boca en la cuchara, porque la abuela era incapaz de poner la cuchara en la boca. Cuántas cucharadas en el ojo, en la oreja, en la barbilla. Pero qué pronto aprendíamos. El hambre nos espabilaba, y enseguida adivinábamos por dónde iba la distorsión en la puntería de la abuela.

"¡Cesta!", decíamos los más mayores a los más pequeños cuando la cuchara y la boca coincidían. La abuela se ponía contenta pensando que su habilidad había logrado el milagro.

Publicado el lunes, 13 de noviembre de 2006, a las 9 horas y 06 minutos

LA LEY DE LA SELVA. Tenía un amigo en la infancia con el que intercambiaba tebeos. Así me leí El Jabato entero. Pero llegó un momento en el que a mí se me acabaron los tebeos propios y se cortó el intercambio (un intercambio es un intercambio) y también cesó la amistad. Qué cruel es la niñez.

El amigo de los tebeos fue medrando y llegó a consejero del Gobierno Vasco, mientras yo escribía estupideces para revistas o corregía prácticas de alumnos de Periodismo. Desde entonces, siempre asocio la política a los tebeos: tengo la sospecha de que consejeros, concejales, ministros y hasta presidentes intrecambian tebeos hasta que alguno se le acaban y entonces cae en desgracia.

Así es la vida, amigos.

Publicado el viernes, 10 de noviembre de 2006, a las 8 horas y 43 minutos

EL IMPERIO DEL OYENTE. Noche de Copa (que no de copas). Hermanados en la derrota. Ahora podemos decir: "Mejor, así nos centramos en la Liga".

La moda de los mensajes de los oyentes a las radios, comentando el partido. ¿Comentando el partido? Es una moda barriobajera, tendente al insulto, a la gracia insulsa ("Sarriugarte, cómprate un bosque y piérdete"), que aporta bilis y nada más. Casi todos los que envían mensajes están cabreados o la han tomado con algún jugador, al que querrían ver jugando en La Cultural Leonesa.

Voy a empezar a enviar mensajes recomendado libros o pelis, a ver si los leen.

Publicado el jueves, 9 de noviembre de 2006, a las 8 horas y 46 minutos

CUÉLGATE. Ahora que hemos roto relaciones con la Real ya se puede contar.

Éramos pequeños y estábamos pasando el verano en el pueblo. Había un abuelete de San Sebastián y sus nietos nos contaron que una mañana, en vez de espuma de afeitar se había aplicado concienzudamente pasta de dientes en el mentón y la barbilla. Nos moríamos de risa.

Esta mañana, frente al espejo que nunca miente, me he aplicado concienzudamente Colgate en la zona de la barba. Cuélgate, me he dicho.

Moraleja: es más lo que nos une que lo que nos separa.

Publicado el miércoles, 8 de noviembre de 2006, a las 8 horas y 57 minutos

TIRANDO DE LA LENGUA. Leo El candidato melancólico, el último libro de José Antomio Millán, que también tiene un blog propio.

No es un libro sobre política lánguida, como el título podría hacer pensar, sino sobre el origen de las palabras, sus viajes, sus transformaciones, sus cambios de sentido. Geniales los capítulos dedicados a los eufemismos, a los avatares de la palabra albóndiga, a los diminutivos.

Apasionante también la aventura de nombrar el retrete a través de los siglos (cagatorio, letrina, necesaria, común, excusado, tocador, water, sanitario, cuartito, inodoro, lavabo, aseo, servicios...), signo de la vitalidad de una lengua a la que se le quedan enseguida viejas las palabras.

Publicado el martes, 7 de noviembre de 2006, a las 9 horas y 14 minutos

GENIOS. Aquel amigo uruguayo (pequeñito) que, al pronunciar "No os conozco", decía: "Nosco nosco".

Aquel niño de Bilbao que, en lugar de llamar a su abuelo "aitite" le llamaba "athletic".

Aquel periodista que, al señalar el cambio ideológico del ex-sandinista Daniel Ortega (que ahora predica el amor universal) escribió que había pasado de Lenin a Lennon.

Genios anónimos.

Publicado el lunes, 6 de noviembre de 2006, a las 8 horas y 23 minutos

MULAS CIEGAS. Leo Heridas bajo la lluvia de Stephen Crane, el más joven de los grandes escritores norteamericanos. Murió en 1900 a los 29 años, después de habernos dejado dos joyas: Maggie y El rojo emblema del valor. Él fue el primero en trasladar la épica de la guerra a la zozobrante épica del soldado, el primero en convertir el patriotismo ciego en la tragedia personal en que se sintetiza toda guerra.

Heridas bajo la lluvia narra episodios de la guerra de Cuba en la que andan enzarzados estadounidenses, indígenas y españoles. Las imágenes son poderosas.

Un soldado ha confundido a un enemigo con una rama seca. Se llena de vergüenza y querría que se lo tragara la tierra:

Fantaseó frenéticamente con algún escondite de antracita, alguna mazmorra profunda y en paz, en la que mulas ciegas vivían masticando plácidamente heno recogido lejos.

Publicado el viernes, 3 de noviembre de 2006, a las 8 horas y 46 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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