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BAILE. Aquella noche tan larga acabó al día siguiente. A eso de las cinco o las seis de la madrugada interrumpí una conversación que no recuerdo y apuré una bebida que no recuerdo para bailar una canción que no recuerdo en un bar que no recuerdo. Recuerdo, eso sí, que –seguramente por azar– acoplamos nuestros cuerpos y que, muy despacio, dimos vueltas y vueltas hasta que terminó la canción. Recuerdo que no dejé de admirar tus ojos, oler tu perfume y acariciar tu espalda. Recuerdo que aquella noche tan larga me pareció más corta que la canción que nos unió por primera vez. O sea, que ahora no me llames celoso. Anoche bailaste con otro.

Publicado el jueves, 19 de octubre de 2006, a las 9 horas y 18 minutos

EN LA JUGUETERÍA. Estábamos comprando otro coche cuando escuchamos este diálogo entre una madre y un dependiente:

¿Tenéis juguetes de motricidad?
¿Perdón? ¿De los que encajan?
Sí.
Al fondo, por favor.

Publicado el lunes, 16 de octubre de 2006, a las 22 horas y 38 minutos

NÍCALOS AL MACARENO. Ingredientes, a ojo, para un par de buenos seteros: medio kilo de nícalos, pimientos (esta vez he usado un par de pimientos rojos, carnosos, de Górliz –allí no hay sólo panteras–, y cuatro o cinco pimientos del país –verdes, algo más grandes y más sabrosos que los del Padrón; también algunos pican y otros non, al menos los que mi querida suegra compra por docenas, he llegado a zamparme más de cien de una sentada–), tres dientes de ajo, un buen trozo de chorizo (y/o panceta y/o jamón), pimentón dulce, aceite de oliva, sal y algo picante (el Macareno añade la cayena en el plato, él se pone dos o tres por ración; este mediodía yo he seguido sus pasos, he añadido tabasco verde en el plato, no he puesto picante en la cazuela para que mi churumbel comiera unos cuantos).

Lavamos varias veces los nícalos en agua fría y los troceamos a mano. Los secamos en un trapo. Ponemos en el fuego una cazuela con dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra, fileteamos los ajos y los doramos ligeramente; agregamos el pimentón; incorporamos los pimientos, salamos, dejamos que se pochen cinco minutos y agregamos el chorizo y, al minuto siguiente, los nícalos; los guisamos con la cazuela destapada, a fuego más fuerte que flojo, durante siete u ocho minutos, añadimos la sal y luego los dejamos diez minutos más a fuego lento. Como tantos otros guisos, conviene prepararlos de vísperas, así que llegados a este punto tapamos la cazuela y nos aguantamos las ganas de hacer barcos hasta el día siguiente.

(Nícalos, sin ese, en mi casa nunca han dicho níscalos ni robellones)

Publicado el jueves, 12 de octubre de 2006, a las 17 horas y 21 minutos

EN EL PATIO. Casi todas las tardes llevo al churumbel al cole y voy a recogerle (me paso el día haciendo malabarismos para completar una jornada laboral). A la salida, nos quedamos en el patio. Se sienta en unos bancos metálicos verdes y merienda, como otros niños de primaria. Ayer una abuela quería hablar de algo más que de pan de leche y actimeles, y lanzó este guante, que nadie recogió, a la concurrencia (en ese momento dos o tres madres, otra abuela y este amo de casa): «Dicen que los inmigrantes están tirando el carro, pero aquí no veo a ninguno».

Publicado el martes, 10 de octubre de 2006, a las 9 horas y 37 minutos

ATRAPADOS EN EL ASCENSOR. Nos quedamos colgados ayer por la tarde. Nos agobiamos bastante, aunque no porque fuera domingo, ni porque vivamos en una casa sin portero, ni porque nuestro niño estuviera con nosotros: llevábamos la bolsa de basura, con nuestras sobras, siempre tan reveladoras, y un pañal bien cargado.

Publicado el lunes, 9 de octubre de 2006, a las 9 horas y 25 minutos

LO MEJOR DE LA SEMANA. Después de cenar, cansado pero relajado, se acordó: «En la boca hay una cosa muy difícil», nos dijo. ¿Difícil? Dimos por hecho que en el cole (primero de primaria, creo que lo llaman, tres añazos) les habían dado su primera clase de anatomía, y le empezamos a preguntar: ¿Los dientes? «No». ¿La lengua? «Tampoco». ¿El paladar? Se calló, pero... «Eso no. ¡Es muy difícil!» ¿Entonces qué es?, preguntamos. Pasaron cuatro, seis segundos, diez, hasta que, por fin, habló: «¡Las papilas gustativas!»

Publicado el viernes, 6 de octubre de 2006, a las 9 horas y 34 minutos

JUEVES. Un día. Otro. Otro más. Llega el jueves. Aún jueves. Cierras los ojos. Tragas aire, intentas tragar aire como si surgieras del fondo del mar después de bucear a pulmón en un mar paradisiaco. En la cocina no miras la pila de platos sucios mientras bebes un vaso de agua: estás en una playa. Abres el ordenador. Como ayer, como antes, como siempre. No imaginas nada. Curras.

Publicado el jueves, 5 de octubre de 2006, a las 16 horas y 00 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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