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DE MIRANDA. Vaya cara tienes, cómo para salir por ahí de fiesta, me dicen. Cuídate, y déjate cuidar, repiten. Ya sabes, despacito y con buena letra... Desde hace una semana larga, voy de enfermo por la vida, contando mis penas en cuanto me dejan un resquicio, o incluso sin que me pregunten: hasta he enviado mensajes electrónicos a gente a la que escribo muy de ciento en viento. ¿Por qué? Mejor no respondo, y sigo escribiendo.

Abrieron la clínica cuando estudiaba en Pamplona o durante los años en que trabajé en Madrid. De niño y adolescente en los bajos del edificio donde vivía con mis padres no había nada. Ahora están la clínica, el gimnasio y una cafetería.

Después de pasarme tres semanas tosiendo, al comienzo del acueducto fui a la clínica viéndole las orejas al lobo. Tras unas placas y unos análisis, me ingresaron. Neumonía. No estuve más que un par de días, pero me ha quedado una sensación extraña: pasé mucho tiempo cerca de la ventana. Veía la misma calle de siempre, mi calle, pero desde otra altura, con otras miras.

Publicado el viernes, 15 de diciembre de 2006, a las 18 horas y 10 minutos

MI ABUELO TEODORO. Me enteré por teléfono, un viernes. Como ahora, estaba delante del ordenador, en este cuarto donde duermo y trabajo. Colgué y me quité las gafas. Pero no lloré. Volví a calzármelas y creé un documento de word. Nada más escribí estas palabras: «Se murió el abuelo. Sin avisar. Sólo pudo despedirse de la abuela, apenas con una mirada».

Después del fin de semana lo intenté otra vez. El lunes por la tarde abrí el documento. Apresuradamente, apunté que tenía que mencionar que en el tanatorio no me gustó verlo maquillado y con un peinado distinto; que la mañana del entierro me compré un abrigo negro; que usábamos la misma talla; que hace un par de años, durante una mala racha, se quedó sin fuerzas en las piernas y nos tenían que llamar para incorporarlo de la cama o de su sillón; que a Javi, el mayor de los primos, se le ocurrió que cargáramos con el féretro; que en el 89, antes de comenzar la carrera, predijo que nunca llegaría a verme de periodista; que en la Nochevieja del 96, eufórico, exclamó: «¡Ya sólo quedan cuatro para el 2000!»; que tuvo cinco hijos, dieciséis nietos y seis biznietos; que el Alzheimer no llegó a derrotarle aunque tuvo tiempo para enturbiarle la memoria y para agriarle y endulzarle caprichosamente el carácter: cuando fuimos a la residencia para que conociera a Unai, primero dijo que todos los críos eran iguales y que no quería verlo, pero luego se le escaparon unas lágrimas cuando la abuela le explicó que era el hijo de Leandro; que estuvo casado 71 años y le faltaron unas semanas para cumplir los 97; que fue capaz de construir un autobús; que se pasó quince o veinte años echando una partida de tute o mus, o viéndola, faria en mano, en un bar donde le llamaban señor Teodoro; que no hablaba de lo que vio desde el coche de línea, en las carreteras entre Palencia y Burgos, cuando la guerra; que tengo que preguntar a mi padre si sigue comprando su número de lotería; que...

Tres años, ya.

Publicado el martes, 5 de diciembre de 2006, a las 15 horas y 54 minutos

ARAL. Casi todas las noches desciendo a las arenas muertas del mar de Aral. Aterrizo en un barco encallado en la nada y rastreo las huellas de un hombre deshauciado.

Publicado el lunes, 4 de diciembre de 2006, a las 10 horas y 18 minutos

SABER ESTAR. El saber estar se mama. Se aprende mirando de reojo, encajando collejas o pullas en el colegio, en la universidad, en la mili, en cualquier sitio, en salas de reuniones, restaurantes y antros diversos. El saber estar resulta útil para dar el pego. Para que crean que eres una persona estable. Para que no sospechen.

¿Cómo estar en un entierro, en el despacho de un notario, en la consulta de un ginecólogo?

Publicado el jueves, 30 de noviembre de 2006, a las 16 horas y 12 minutos

PUDOR. Vas al dentista. Abres la boca, cierras los ojos y recuerdas situaciones agradables mientras hurgan. Sales con una sonrisa, aunque con la lengua dormida. Vas al banco. Pides un crédito. Te ves obligado a revelar tu nómina, tus declaraciones, tus facturas, qué sé yo, lo que haces (¿lo que eres?, ojalá que no). Luego, ya en casa, encuentras demasiadas similitudes entre los dos aprietos que acabas de padecer. En ambos casos te sentías expuesto. ¿Indefenso?

Publicado el martes, 28 de noviembre de 2006, a las 16 horas y 15 minutos

26 DE NOVIEMBRE. Ya hemos puesto el árbol y el belén, las luces y la estrella. Aquí las navidades ya han comenzado.

Publicado el domingo, 26 de noviembre de 2006, a las 19 horas y 15 minutos

¿EL HUEVO, O LA GALLINA? ¿Te caes de sueño porque has leído en el prospecto del jarabe contra la tos que puede dar somnolencia, o porque de verdad te duerme? ¿Cuando bebes tres o cuatro cocacolas esa noche te cuesta dormir porque te afecta la cafeína, o porque te metes en la cama pensando en que quizá te han quitado el sueño?

Publicado el miércoles, 22 de noviembre de 2006, a las 23 horas y 37 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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