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PETRO MÁRKARIS. En Noticias de la noche: «La primera fase de la vida conyugal corresponde a la alegría de la convivencia. La segunda, a los hijos. La tercera y más importante, a los desquites. Cuando llegas a esta etapa ya puedes relajarte, porque sabes que nada va a cambiar. Los hijos pronto emprenderán su camino y tu volverás a casa después del trabajo sabiendo que allí te espera tu mujer, la cena y los desquites».

Publicado el miércoles, 12 de julio de 2006, a las 10 horas y 49 minutos

CAMPEONES DEL MUNDO. De buena se han librado las fuentes. Menos mal que ayer no sucedió la noticia más importante del año. Y de lo que llevamos de siglo. Ayer podría haber sucedido un hecho extraordinario, sin duda alguna un hito que siempre habría permanecido en nuestras memorias, que jamás habríamos podido ni querido olvidar. Nuestra selección de fútbol podría haber ganado ayer el Mundial de Alemania. ¿Se lo imaginan? Los delfines de la Plaza de España habrían amanecido esta mañana con más resaca y achaques que nunca.

Si hubiéramos jubilado a Zidane el 27 de junio, si nos hubiéramos cepillado a Ronaldinho y compañía el 1 de julio, si hubiésemos eliminado a Figo y sus muchachos el 5 de julio, algo más factible de lo que parece con alguna que otra ayuda arbitral y una pizca de suerte, y si ayer, 9 de julio, hubiéramos batido a las huestes de Buffon, ¿qué habría ocurrido?

Olvidémonos, aunque apenas podamos, del berenjenal en que nos han metido los políticos cuando se han puesto a hablar de realidades nacionales, estados plurinacionales y demás nacionecedades. Por eso, sin malicia, no nos pongamos a especular sobre si se celebraría o no la machada en Hernani, en La Seu d'Urgell o en la barriada ceutí de El Príncipe. Por ahí no van los tiros, esta vez. No se trata de sembrar cizaña. Tampoco nos pongamos a hacer conjeturas acerca del número de personas que festejarían la hazaña alrededor de la Cibeles y de Canaletas. Simplemente, dejemos volar la imaginación: ¿no creen que se habría producido la mayor explosión de alegría de la historia reciente española?

Ahora bien, no sé cómo evaluar ese estallido de alborozo que pudo pasar y no pasó. Se supone que debemos sentirnos conformes en una sociedad sin apenas sobresaltos; pero, sin embargo, en el fondo nos gustaría contar con motivos menos pueriles para montar una jarana descomunal, ¿no?

Publicado el lunes, 10 de julio de 2006, a las 23 horas y 01 minutos

RECUERDO FESTIVO. Empezaban las fiestas. Entre las amas de casa y los adolescentes botelloneros resaltaba una anciana de ochenta y muchos años. Estaba en la zona de los lácteos, apoyada en un bastón, hurgando en el monedero. Había dejado la cesta, semivacía, en el suelo. Tal vez hacía cuentas a fin de saber si le daba sólo para un cartón de leche o para dos… Volví a fijarme en ella algo más tarde, en la cola. Estaba detrás de mí. Una señora con cuarenta kilos más y veinte años menos se había plantado delante de ella: «¿Pero eres tú? ¿De verdad? ¡Cómo has cambiado! ¿Qué te ha pasado?» La anciana, un hilo de voz frente a su atronadora «amiga», respondió que se había caído. La otra no necesitó más explicaciones: «¡Madre mía! ¡Pero cómo te has quedado! ¡Si has caído en picado! ¡En picado!» La cajera hizo una mueca. Quizá a ella, como a mí, le entraron ganas de interrumpir a la impertinente y grosera gritona con un reproche contundente.

Salí cabreado del súper. Camino a casa, imaginé qué podría haber soltado si no me hubiera quedado callado (los tímidos somos ingeniosos y brillantes… pero con retraso, las mejores réplicas se nos ocurren cuando nuestro interlocutor ya se ha largado).

Durante los Sampedros no he dejado de pensar en la anciana. Entre los cánticos de las peñas, entre los estallidos de los fuegos artificiales, entre los alborotos de las barracas y la animación de las casetas, se me ha colado esta imagen: la veo sola, en una casa llena de recuerdos, unas veces pendiente del televisor y otras escarbando en el pasado, en busca de otras fiestas y de tiempos mejores, acompañada de seres que sólo viven en su memoria.

Terminan las fiestas. Le explico a mi niño que mañana no habrá fuegos ni podremos ver cómo bajan las peñas. Como era de esperar, me pregunta: «¿Por qué?» En esta ocasión, como en tantas otras, me cuesta eludir el «porque sí». No sé qué decirle.

Publicado el lunes, 3 de julio de 2006, a las 13 horas y 14 minutos

BURGALESES DE BIEN. Saqué el colmillo cuando cogí el programa de fiestas. Lo reconozco. A ver si puedo repartir más collejas que Amparo Baró en sus tiempos de Siete Vidas, pensé al volver a casa. Pero, después de una siesta ante la tele, se me contagió la apatía del España-Arabia, el rimo cansino de una tarde de bochorno con los deberes hechos. Si pudiera escribir estas líneas después del partido contra Francia, ganemos o perdamos, me saldría algo más contundente.

Las 64 páginas del programa de los Sampedros me dejaron sin argumentos, empachado de información. Buen trabajo. Además, mundializado como estoy, me encontré con más ganas de discutir sobre el equipo titular de Luis Aragonés que acerca de si falta el Juli o sobra Manu Tenorio.

No me quedaba más opción que hincar el diente al saludo del alcalde. Desenvainé un rotulador rojo, dispuesto a cazar un gazapo, un desliz, cualquier cosa que diera juego.

Primero me fijé en la foto. Con el Espolón y el Arco de Santa María de fondo, Juan Carlos Aparicio aparece, sonriente y veraniego, con una camisa en la que figura el logo de Tommy Hilfiger; pero no le di importancia, a veces vamos haciendo publicidad sin darnos cuenta, incluso a quienes no nos mola pagar de más por lucir un cocodrilo o un jugador de polo. Seguro que cuando retocaron la imagen ni se dieron cuenta, lo habrían borrado.

Leí el texto. Dos veces. La primera, no subrayé nada. Al releerlo sólo me chocó una frase. A cuento de la reina y sus damas, comentaba: «Serán protagonistas, junto a cientos de jóvenes burgaleses en la ofrenda floral a Santa María la Mayor en esa mañana tan emotiva para todos los burgaleses de bien, en la que el cariño y la emoción se entremezclan expresando el sentir común de todo un pueblo». No me extrañó que faltara una coma, también me las como yo de vez en cuando, sino que hablara de «burgaleses de bien». ¿Acaso hay burgaleses de mal?

Publicado el lunes, 26 de junio de 2006, a las 11 horas y 58 minutos

CARPETA VACÍA. Con cara de canelo, como diría quien yo me sé. Conecto el móvil al ordenador y me voy a la cocina mientras se sincronizan las carpetas. Vuelvo y descubro que han desaparecido las imágenes del teléfono, las fotos que hice el sábado pasado, en una boda, y todas las anteriores. Las busco y las rebusco en las carpetas del ordenador, pero no las encuentro. No aparecen por ninguna parte. Aunque conservo copias de las anteriores a la boda (entre otras, ésta de la despedida), eso no impide que me sienta estúpido. ¿Dónde estarán?

P.D.: Falsa alarma. Echo un ojo al aparato y descubro que la tarjeta de memoria no estaba ajustada. Las fotos "resucitan". Mi impericia sigue intacta, eso sí.

Publicado el miércoles, 21 de junio de 2006, a las 17 horas y 02 minutos

PALABRAS Y GOLES. Palabras comunes. Palabras corrientes, sin mayúsculas, de uso cotidiano. Palabras de ayer y hoy, y de siempre. Zuri (blanco), urdin (azul), gori (rojo), edan (beber), ian (comer), lo (dormir). Son palabras halladas en el yacimiento alavés de Iruña-Veleia (un asentamiento romano que llegó a contar con 5.000 habitantes, hace 1.700 años). Dicen que son las primeras palabras comunes escritas en euskera. Cuentan que fueron inscritas en ladrillos, cristales y huesos quizá en el siglo quinto después de Cristo, aunque, hasta que se conozcan los resultados de las pruebas del carbono 14, las datan por el momento entre los siglos tercero y sexto.

Palabras comunes, pero que no importan demasiado en estas tierras tal vez porque han aparecido en otra autonomía y en otra lengua. Las fronteras siempre separan. Fueron escritas sólo a ciento y poco kilómetros de la ciudad de Burgos, muy cerca de Miranda de Ebro, de Santa Gadea del Cid, del Condado de Treviño, pero en otra provincia (digo provincia, como antes dije autonomía, sabiendo que uso términos quizá sólo en apariencia asépticos, correctos: casi todas las palabras pueden ir cargadas de significados políticos).

Si las palabras de Iruña-Veleia procedieran de Atapuerca, o si fueran las primeras aparecidas en español, nos tendrían convulsionados por el hallazgo, andarían a la altura del antecessor o de los cráneos de la Sima de los Huesos.

Con estas palabras, tan modestas, ocurre como con otras muchas cosas: nos importan sólo cuando son nuestras, cuando las hacemos nuestras. Pongamos un ejemplo futbolero, ahora que el Mundial de Alemania todo lo invade: sólo cantamos los goles de los nuestros. Pero esta noche, cuando once españoles peguen patadas a un balón en Stuttgart con once tunecinos, no todos los aficionados al fútbol con pasaporte español sentirán que está jugando su equipo. Y eso es lo hay. Eso es lo que somos.

Publicado el lunes, 19 de junio de 2006, a las 11 horas y 04 minutos

LA REVOLUCIÓN DE LOS BLOGS. A veces me preguntan, ¿pero qué es un blog? A menudo salgo por la tangente, digo que es un cajón de sastre y me quedo tan ancho. En alguna ocasión explico, más mal que bien, para qué me sirve esta herramienta: para mí un blog es una especie de diario, donde escribo algunas de las cosas que me rondan por la cabeza (con menos frecuencia de la que quisiera). Pero puede ser más cosas. Cambiemos una letra y digamos que un blog es un bloc, unos folios en blanco donde podemos escribir sobre cualquier cosa y donde vamos mostrando a quienes nos visitan los (casi siempre escasos) frutos de nuestro talento. En fin, nadie mejor que José Luis Orihuela (maestro por partida doble: bloguero y universitario; el milenio pasado me dio clases de guión) puede explicar de qué va esto, como bien saben los lectores de su eCuaderno, y como van a poder comprobar quienes lean su nuevo libro, La revolución de los blogs (La Esfera).

Publicado el martes, 13 de junio de 2006, a las 11 horas y 00 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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