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EL SÍNDROME DE CHINA. Cenamos en un indio con camareros de Bangladesh, pero hicimos caso omiso a una señorita que nos recomendó que pidiésemos menos comida. Hoy me siento como un pollopimpollo, empachadísimo, al borde del arrepentimiento oral, sufriendo apariciones de chicken tikka massala en cada cuesta lavapiesera, Ave María. Llevé a Carlo, amigo parmiggiano, a bajar mi pollo, sus verduras y nuestros arroces a un bar donde sé que sirven licorka. No funcionó. Retorno a Madrid indigesto y alucinatorio. La cucharacha que ayer me vigilaba cuando, a las tres de la mañana, llamé a México era de verdad. Más auténtica que la ragazza della porta accanto, E, mi recién estrenada china. Seguro que aquella cosa negra nunca me perdonará que me cargase a su hija, incautísima, de safari por la encimera.
Repuagh.
Publicado el martes, 2 de agosto de 2005, a las 13 horas y 54 minutos
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LAVAPIÉS CINCO PUNTO CERO. En Madrid sopla el frío y es verano. He alquilado durante un mes una habitación en Lavapiés. La cabra tira al monte, ya ves. Habito con una china de nombre E, aunque desconozco su real nombre en chinés. En el baño hay un gel de glicerina y, en el grifo de la ducha, una medusa con forma de. Vivo, sin ahogarme, a un metro y medio bajo tierra, leré leré.
Publicado el martes, 2 de agosto de 2005, a las 2 horas y 03 minutos
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