LECHUGA NO HAY MÁS QUE UNA. Salí de Galicia con un pronóstico de empacho reservado y, recién llegado a Madrid, sucumbo ante el
poder verde. A pesar de no entender las ensaladas, ayer me compré la primera lechuga de
mi vida. Remembering
Manzanita, gran maltratador de la
poesía española de preguerra, fusil mediante.