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RICHARD BRAUTIGAN. En «Una mujer infortunada»: «Lo que sí sé es que no hay nada más destructivo, desequilibrante y, en última instancia, estúpido que una guerra familiar, pero qué difícil es conseguir un poco de objetividad para suspender las hostilidades y declarar la paz y regresar a casa. He visto muchas disputas familiares que, sin más, prenden como incendios forestales, hasta dejar el paisaje reducido a cenizas».

Publicado el viernes, 11 de febrero de 2005, a las 1 horas y 01 minutos

ADIÓS A ELMUNDOLIBRO.COM. Colgué el teléfono y me puse sentimental: me acordé de lo que nos había costado montarlo, de la gente con la que había trabajado y a la que había conocido mientras funcionaba. Me costó digerir la noticia, quizá porque acababa de engullir un interminable y pantagruélico desayuno. Era el primer día en el Caribe y, encima, estaba nublado. A la mañana siguiente salió el sol.

(elmundolibro.com nació el 31 de mayo del año 2000 y dejó de actualizarse el 8 de febrero de 2005. En archive.org puede contemplarse parte de su trayectoria.)

Publicado el jueves, 10 de febrero de 2005, a las 14 horas y 06 minutos

UN MIÉRCOLES CUALQUIERA. Hoy no se celebra ninguna fiesta. A estas horas –la una del mediodía– la mayoría de los currantes llevan varias horas en el tajo. Yo no. El churumbel ha amanecido a las nueve. He encendido el ordenador a las nueve y media, sólo para ver el correo y los titulares de un par de periódicos. A las diez mi contraria se ha ido a trabajar. El churu y yo no hemos salido con ella porque he tenido que cambiarle de pañal en el último momento (mejor no doy detalles escatológicos). Luego he ido a Eroski, he comprado un poco de todo y le he dejado en casa de mis padres.

He llegado aquí un poco antes de las doce. Desde entonces me ha dado tiempo para actualizar una web, guardar la compra, enviar un presupuesto, dejar preparada la comida (una ensalada de garbanzos y langostinos cocidos; como casi siempre, fast food), atender un par de llamadas, limpiar el bibe del desayuno y otros cacharros, darle vueltas a un nuevo proyecto y escribir estas líneas. Hoy trabajaré –en asuntos que dan dinero– como mucho un par de horas, porque voy a pasar la tarde con el churu. Me toca. Quizá durante su siesta me dé tiempo a terminar una novela que ya debería haber leído. Luego iremos a los columpios, pasearemos por el parque y, ya en casa, cuando regrese la mujer de nuestra vida, empezaremos con la rutina de todas las noches: el baño, la cena y la lotería de dormirle (seguimos sin aplicar el método Estivill). Eso sí, después de que se duerma y de que cenemos, a eso de las once y media o las doce de la noche, entonces nadie me va a librar de pasarme al menos un par de horas delante de esta pantalla.

Publicado el miércoles, 9 de febrero de 2005, a las 13 horas y 56 minutos

TODO INCLUIDO. Estuve, sin estar, en la República Dominicana, comentaba el otro día. Me explico. El hotelazo era un «campo de concentración» para turistas –perdón por banalizar esas palabras– como tantos otros que copan las mejores playas de esa isla y de otros países. Los cuatro primeros días disfrutamos de nuestra pulsera de todo incluido en la playa, las piscinas y los restaurantes. No abandonamos el recinto. Al quinto hicimos una breve escapada para visitar unas tiendas situadas a menos de un centenar de metros. Al sexto repetimos la salida después de echar un partido de tenis en una de las tres pistas de tierra del hotel. Compramos unos posavasos, una botella de mamajuana, un bikini, una camiseta y poco más.

Al salir de un puesto, un limpiabotas de seis o siete años se empeñó en limpiarme las playeras. Entonces me hizo gracia.

Publicado el martes, 8 de febrero de 2005, a las 1 horas y 52 minutos

EN EL CARIBE (II) Me desperté en mitad de la noche. Una mujer lloraba en la habitación de al lado. No dejaba de repetir: «¡Eres basura! ¡Tú eres basura!» Un hombre, que luego apenas abrió la boca, masculló algo. Hubo un forcejeo. Luego pude oír jadeos o sollozos. Diez o quince minutos después volvió a gritar: «¡Tú eres basura!» Me dormí un poco más tarde.

Publicado el sábado, 5 de febrero de 2005, a las 19 horas y 31 minutos

EN EL CARIBE. El fotógrafo del hotel es bajito, lleva gafas y no usa uniforme. Por la mañana consigue que niños y adultos posen con unos loros. Por la tarde va escoltado por una mujer en bikini y por un hombre con mallas. Aunque intentes escabullirte, te agarran y te soban mientras el fotógrafo dispara. Después de mi sesión, me enseñó el visor de la cámara y me dijo: «Mira, la has tocado el culo, tienes que lavarte la mano».

Al día siguiente la foto estaba expuesta en el lobby, en un tablón. Costaba siete dólares. No quise comprarla.

Publicado el jueves, 3 de febrero de 2005, a las 13 horas y 50 minutos

UNIFORME. En calzoncillos y con calcetines, parezco Alfredo Landa a punto de embestir a una sueca. Pero sólo me contempla la pantalla del ordenador.

Publicado el martes, 1 de febrero de 2005, a las 11 horas y 15 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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