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TELEGRAMA. Abajo, trabajo, destajo, tajo.

Publicado el jueves, 9 de febrero de 2006, a las 15 horas y 46 minutos

¿ESPAÑA? España.es no existe. Si tecleas esa dirección, sale una página en blanco. Nuestra eñe impide por ahora que funcione ese dominio. Diremos que da igual, que Internet rebosa de millones de webs españolas y en español, pero no deja de resultar curioso. Aunque, ¿qué podría aparecer en sitio llamado así? Quizá tendría que haber una definición de España. Y eso parece complicado, ¿verdad?

Cuando escribes en Google «qué es España», encuentras una página elaborada por el propio buscador que lleva por título «Definiciones de España en la web». Y allí sólo hay con cuatro entradas.

En primer lugar encontramos esta definición de la Wikipedia: «España (oficialmente Reino de España) es un país miembro de la Unión Europea (UE) situado en el suroeste de Europa, donde ocupa 6 séptimas partes de la Península Ibérica. También posee partes de su territorio en el Mar Mediterráneo (las islas Baleares), en el Océano Atlántico (las islas Canarias), así como dos enclaves en el norte de África (las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y el enclave de Llivia en los Pirineos Franceses».

La glosa de Manuel Talens, en cambio, resulta más subjetiva. «España: País que sufrió una pesadilla de ocho años (1996-2004)», proclama el escritor granadino. Este fragmento de un atlas sobre Harry Potter tampoco tiene desperdicio: «País del sudoeste de Europa, donde en agosto de 1995 hay huelga en los aeropuertos».

Quizá pensemos que la búsqueda no da más de sí al toparnos con esta definición de alguien que se hace llamar Peter Pan Demónium: «Grupo de once tíos en pantalón corto, camiseta roja numerada, y peinados fashion total, que nunca pasan de cuartos. Sí, tal vez sea una definición demasiado vaga, pero en los tiempos que corren poco más se puede decir de este país... perdón, nación... no... estado... errrr... de esta piel de toro (qué complicado se ha vuelto esto de ser español, joder)».

Publicado el lunes, 6 de febrero de 2006, a las 10 horas y 50 minutos

ANOTACIÓN PARTICULAR. La teoría de los espejos amables se me ha derrumbado: en todos soy ya el mismo. Otro.

Publicado el miércoles, 1 de febrero de 2006, a las 18 horas y 04 minutos

HUÉRFANOS. La Real Academia debería corregir la definición de huérfano. Dice su diccionario: «Dicho de una persona de menor edad: A quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre». Ese «especialmente el padre» chirría. Sobra. Tampoco se entiende que limiten a la infancia y la adolescencia el periodo de orfandad. La RAE añade dos acepciones más. Una, en sentido poético: «Dicho de una persona: A quien se le han muerto los hijos». ¿Pero por qué dicen «los hijos», en vez de un hijo?, ¿no queda huérfano quien pierde a uno solo de sus hijos? Por último, la tercera es amplia pero general: «Falto de algo, y especialmente de amparo». Habría que añadir al menos otra acepción. Algo más o menos así: «A quien se le ha muerto un ser querido». Todos sabemos que los muertos dejan muchos huérfanos.

***

Acudes conmocionado a la clínica, al funeral, al tanatorio, al cementerio. Algunas veces, todavía más sorprendido que conmovido. Te cuesta digerir el suceso. Y, sin tiempo para detenerte a pensar con calma qué bulle en tu interior, te encuentras delante de un huérfano. Delante de alguien que acaba de perder a un ser más querido quizá que su propia vida: su padre, su madre, su marido, su hija… Lo siento mucho, afirmas; te acompaño en el sentimiento, murmuras; te doy mi más sentido pésame, formulas… Quizá percibes que te has quedado corto, que podrías haber añadido algo más, aunque no has sabido o no has podido expresarlo. Las frases hechas, tan socorridas, a menudo tan insustanciales, en estos casos no sólo resultan útiles para salir del paso: casi siempre, además, describen cómo te sientes. Pero no sirven para mucho más: en momentos así, las palabras apenas consuelan. Más que palabras, un huérfano necesita compañía. Más que palabras, un huérfano necesita cariño.

Publicado el lunes, 30 de enero de 2006, a las 10 horas y 56 minutos

JAVIER MARTÍNEZ. En elmundo.es, sobre el trabajo periodístico alrededor del tenis y la maquinaria opresiva que establecen los que mandan: «A diferencia del fútbol, la relación entre el actor y el observador mantiene bastante credibilidad. No hay órdenes dictadas desde arriba, postulados ideológicos prácticamente obligatorios ni mediatización absoluta de los contenidos informativos, como viene sucediendo en algunas secciones de deportes de algunas empresas periodísticas, bajo el permanente riesgo, a menudo consumado, de verse secuestradas por el uso perverso del poder que hacen los grandes jerarcas de la construcción metidos en otro tipo de inversiones».

Publicado el jueves, 26 de enero de 2006, a las 10 horas y 29 minutos

WIKIFABADA. Me metí entre pecho y espalda una alubiada densa y contundente, con morcilla de la tierra, chorizo y costilla en adobo. Me eché una siestorra. Intenté despejarme metiendo la cabeza debajo del grifo y pensé que antes de embestir contra la clase política quizá me vendría bien documentarme un poco. Pero entré en la Wikipedia, una colosal enciclopedia internetera, y, quién sabe por qué recóndita razón, en vez de verborrea busqué la palabra pedo.

La definición me dejó pasmado: «Se denomina flatulencia o flato a una mezcla de gases producida por bacterias y levaduras simbióticas que viven en el tracto gastrointestinal de los mamíferos y de partículas aerosolizadas de excrementos, que se expulsa por el ano con un sonido y olor característicos. Una vez expelida del organismo, la ventosidad recibe el nombre de pedo, y la acción que produce su expulsión, tirarse (o echarse) un pedo, o simplemente peerse. Sin embargo, muchas personas consideran estos términos ofensivos y emplean otras alternativas eufemísticas para referirse a ellos».

Qué gran invento es Internet. Descubrí que, «como media, las personas liberan entre 0,5 y 1,5 litros de flatos, repartidos entre 12 y 25 episodios a lo largo del día». Luego me enteré de que «la flatulencia está compuesta principalmente por nitrógeno, y no por metano, como comúnmente se cree».

El metano me intrigó: en las minas lo llaman grisú. Continué buscando. Las vacas producen unos 280 litros de ese gas cada día; tanto, que algunos exagerados atribuyen a sus eructos y ventosidades el agravamiento del efecto invernadero.

Terminé mis pesquisas delante de un reportaje de la BBC. En Suecia funciona un tren propulsado por biogás, un combustible extraído de los residuos orgánicos de las vacas. Las entrañas de una sola res pueden impulsarlo durante cuatro kilómetros.

Publicado el lunes, 23 de enero de 2006, a las 10 horas y 42 minutos

33. Hace dos o tres lustros decía muchas tonterías sobre dónde estaría yo con treinta y tres años. Sigo aquí.

Publicado el viernes, 20 de enero de 2006, a las 21 horas y 12 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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