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¿QUÉ ES UN BLOG? El blogonovelista Hernán Casciari, autor del Diario de una mujer gorda, que Plaza & Janés ha editado en un volumen, y de Juan Dámaso, vidente entre otros proyectos (el más interesante quizá sea Orsai), soltó ayer esta provocadora definición en una entrevista digital de elpais.es: «Es un espacio gratuito en Internet en donde puedes escribir mucho sin saber casi nada de informática. Sin embargo, lo utilizan los que saben mucho de informática y casi nada de escribir».

Publicado el sábado, 5 de noviembre de 2005, a las 13 horas y 11 minutos

PANDORA EN EL CONGO. De Madrid a Burgos, pasando por África y por Londres, y retrociendo noventa años. Un viaje tan fantástico sólo puedes emprenderlo con un libro en la mano, montado en un autobús, pasando hoja tras hoja de Pandora en el Congo a pesar de los volantazos del conductor, de los baches, de los ronquidos del tipo del asiento de atrás y de las llamadas de teléfono de la chica del asiento de delante. Se suceden las páginas y los kilómetros, y lees con ansia, aceleras aunque intuyas que no terminarás la novela antes de llegar a la estación. Te adentras en la selva, enrolado en la misteriosa y feroz expedición de Marcus Garvey y los hermanos Craver, escoltado por Joseph Conrad, Edgar Rice Burroughs y Rudyard Kipling –con ellos también disfrutaste de aventuras inolvidables–; vences tu miedo a lo desconocido luchando contra una raza tan inquietante como peligrosa, y explorando las entrañas de la tierra. Además, rastreas las pesquisas de Thomas Thomson, tan en busca de la verdad como de la literatura, y te dejas seducir por un ser fascinante. Te dejas llevar, en fin, por Albert Sánchez Piñol, y cuando el autobús frena lamentas que el viaje haya terminado. Te dan ganas de no bajarte, de seguir leyendo hasta San Sebastián, o donde haga falta…

Publicado el viernes, 4 de noviembre de 2005, a las 13 horas y 33 minutos

TODOS JÓVENES. Jóvenes, aquí todos somos jóvenes, jóvenes para siempre, para toda la vida, aunque el peine acumule polvo, aunque sólo nos quede elegir entre la calva o la cana, aunque los niños nos traten de usted o nos llamen señor, qué maleducados, somos jóvenes, jovencísimos, somos los tíos más joviales, si es que nos podrían confundir con adolescentes…

Como somos tan jóvenes, nos toca esperar, ser pacientes, tomárnoslo con calma, que ya llegará nuestro momento, es que está a punto de llegar, algún año de estos seguro que llega, muy pero que muy pronto, pasado mañana, va a llegar ya, el año que viene, o la década que viene, cualquier día de estos seguro que va a llegar, está al caer…

Somos jóvenes, sin duda, y a pesar de los pesares, y contra viento y marea, así que podemos apoltronarnos eternamente en casa de nuestros padres, qué sería de nosotros sin ellos; o podemos irnos de alquiler con otros colegas, compartiendo frigorífico, cuarto de baño y mando a distancia: nos queda tanto por aprender que bien podemos vivir como estudiantes un curso tras otro, aunque la última vez que estuvimos en una clase fuera en el pleistoceno…

También podemos emanciparnos del todo y decir sí quiero a una comodísima hipoteca, que seguirá a nuestro lado hasta que la muerte nos separe y nos será fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de nuestra juvenil existencia…

Además, podemos soportar indefinidamente que pringuen de basura nuestros contratos, que nos despidan alegremente y nos vuelvan a fichar, una y otra vez, sin pagarnos las vacaciones y olvidándose de las horas extras que curramos, que algún día seremos padres y comeremos huevos…

Mientras tanto, como somos jóvenes, toca disfrutar, hay que divertirse. Eso sí, sin rechistar.

Publicado el lunes, 31 de octubre de 2005, a las 12 horas y 11 minutos

EN EL BUS. Estuve leyendo hasta que desplegaron los televisores. Entonces saqué los auriculares y los conecté al asiento de delante. En cuanto apareció el título, una chica se levantó. Ponían una película que he visto dos o tres veces, aunque ni mucho menos me entusiasma. La chica volvió con cara de fastidio. «No tienen», le dijo a su compañera. Deduje que había pedido al chófer unos auriculares para escuchar la película. Durante un momento, dudé en ofrecerles algunos de los míos: en el maletín siempre llevo dos o tres, ya usados, que se van acumulando porque en algunos viajes los regalan. Pero lo dejé estar.

Publicado el miércoles, 26 de octubre de 2005, a las 12 horas y 52 minutos

EL VIRUS MUTANTE. El virus mutante acecha. El virus mutante, aunque aún no ha mutado, ya nos ha contagiado de curiosidad. De repente, hablamos de la gripe aviar casi con tanta soltura como un epidemiólogo. (Para que luego digan que los medios de comunicación no instruyen; por ejemplo, de un tiempo a esta parte también charlamos de mecánica como si lleváramos toda la temporada llenándole el depósito a Fernando Alonso.)

Ahora sabemos que el virus mutante vendrá de Asia, como hizo allá por 1918 la terrorífica y mal llamada «gripe española», que diezmó a nuestros bisabuelos y tatarabuelos y se cobró más de 50 millones de vidas, y como las otras dos pandemias similares, pero menos virulentas, que surgieron el siglo pasado: la de 1957, que acabó con 70.000 personas, y la de 1968, que fulminó a 47.000.

También sabemos que desde hace un par de años un nuevo brote de gripe aviar, el virus H5N1, está infectando a millones de aves asiáticas y que, hace unos días, se han detectado los primeros casos en Europa (en Rumanía, Turquía, Grecia y Rusia).

Y, sobre todo, no ignoramos que la Organización Mundial de la Salud predice que más temprano que tarde el H5N1 mutará. Es decir, no saltará de vez en cuando de aves a hombres, como en los pocos casos registrados hasta ahora (pocos, si nos parecen pocos unos 140 infectados, de los cuales han fallecido sesenta individuos, entre Indonesia, Vietnam, Tailandia y Camboya), sino que se adaptará para ser transmisible de humano a humano.

Entonces, y sólo entonces, la gripe aviar será tan contagiosa, y peligrosa. Entonces, y sólo entonces, nadie podrá impedir que cruce fronteras, con o sin pasaporte, y que viaje por tierra, mar y aire, de estornudo en estornudo. Entonces, y sólo entonces, fabricarán la vacuna adecuada (según el Ministerio de Sanidad, los millones de tratamientos antivirales que están comprando todos los gobiernos “podrían frenar la enfermedad una vez contraída”: podrían, quizá puedan o tal vez no).

Entonces, como hasta ahora, como siempre, podremos continuar asando pollos (la gripe aviar no se transmite al comer aves). Y entonces, como hasta ahora, la gripe vulgar continuará matando cada año en el mundo alrededor de un millón de personas, mientras pasa desapercibida.

Publicado el lunes, 24 de octubre de 2005, a las 12 horas y 08 minutos

EN LA ESTACIÓN. Desayuno en el bar de la estación. La camarera me trae un café con leche y después le sirve otro a un tío como yo; bueno, más o menos como yo, algo más arreglado, más repeinado y menos legañoso. Se lo bebe de un sorbo y, después, pide una copa de orujo de hierbas. Son las siete y cuarto de la mañana. Aún es de noche. De nuevo, sólo necesita un trago. Antes de sacar la cartera, pide un paquete de chicles. Casi tres horas más tarde llegamos a Madrid y, mientras camino hacia el metro, veo que que tira hacia la cafetería...

Publicado el miércoles, 19 de octubre de 2005, a las 20 horas y 33 minutos

AVENTUREROS. Somos unos aventureros colosales. En cuanto podemos abandonamos nuestros confortables hogares y nos lanzamos a recorrer el mundo para emprender expediciones dignas de Marco Polo.

Sin apenas equipaje (bueno, sin olvidar nunca las tarjetas de crédito, los cheques de viaje o unos cuantos fajos de billetes ocultos en el cinturón, y un uniforme como el del doctor Livingstone, un repelente antimosquitos, unas pastillas para cortar la diarrea y una cámara que pueda inmortalizar nuestras hazañas), nos subimos a un avión y atravesamos miles de kilómetros para explorar parajes extraordinarios: una isla descubierta por Colón, un río surcado por faraones, una reserva de animales salvajes, un poblado sin conexión a Internet…

Y al regresar citamos a Machado, o a Serrat –«caminante, no hay camino, se hace camino al andar»–, y comprendemos que los viajes nos han cambiado, que ahora que hemos conocido otras culturas y otros pueblos somos un poco más sabios.

Somos unos exploradores épicos. Y no estamos ciegos, ni el egoísmo ni la hipocresía nublan nuestra perspicaz inteligencia. Cuando regateamos con el inmigrante que sobrevive vendiendo discos y películas piratas, comprendemos que estamos ante uno de los nuestros, ante otro aventurero,… aunque no tengamos muchas ganas de charlar con él.

No necesitamos saber cuántas penalidades ha padecido durante los meses o los años que mediaron desde que dejó la tierra de sus padres –un lugar asolado por el hambre, las guerras y las epidemias por donde no pasan las rutas turísticas–, hasta que se jugó la vida embarcándose en una patera o saltando el vergonzoso muro que separa su mundo del nuestro. Además, seguro que exagera, como nosotros cuando contamos nuestras batallitas al regresar de las vacaciones.

Nosotros nos vamos de excursión; ellos, desgraciadamente, emprenden odiseas.

Publicado el lunes, 17 de octubre de 2005, a las 15 horas y 48 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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