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DESDE LOS TERRITORIOS DE JARABO.. Mi corazón
está en el mar de la China
entre sargazos y brillantes peces abisales
mi corazón soy yo
anegado y desnutrido
mi corazón está presente
en cuanto pasa por mis ojos
y sé que me debo a la insulina
con nombre propio: el de algunas mujeres
todas con espinas.

No soy la acción ni soy la calma
soy aquel que recuerda
sin haber vivido
y mienta la palabra pecado sin temerla
no soy la ciudad de Jericó
sino la cabaña diminuta
azotada por los vientos del desierto
y toda la belleza inútil
que los yanquees destruyeron
en Gettisburg
.

Ada del Moral. La palabra en la mano.

Publicado el sábado, 29 de enero de 2005, a las 18 horas y 56 minutos

CONTRA MAO Y MAREA. La vida en Chinaflat, no es especialmente dura, pero a veces se antoja lacrimógena. Estoy en mi habitación azulada y, de repente, me empiezan a llorar los ojos. ¿Qué hoces pasa?

Sí, son La Canija y El Largo, que contraatacan desde la cocina, único lugar común en estos sesenta metros cuadrados. La feliz pareja se las trae: las especias, en concreto, de la China.

Ellos no llevan máscara porque, los muy desequilibrados (canija y largo, claro), están acostumbrados, pero yo no puedo hacer otra cosa que toser y toser, llorar y llorar, acordarme y echar de menos a la cebolla, una santa en comparación con lo que se cuecen estos.

Quiero pensar que utilizan guindilla, pero me parecería cruel acusarla sólo a ella de que el apartamento se convierta en una cámara de gas. En fin, abro la ventana, salgo al pasillo y toso, a ver si se enteran, pero como toso en gallego y, a veces, también en español, estos no me entienden. Saben Lepe... Uhm, ¿cuál será el Lepe chino?

Queda anotado.

Adjuntaré dicha observación en Mi investigación más preciada. A saber:

La Canija y El Largo van, a todas horas, juntos al water, porque aquí bañera y taza están segregadas.

"¡Cómo se quieren!", pensarán algunos. "¡Les pone!", pensarán otros. "Me temo que La Canija tiene miedo", dirá el más cauto. Joder, a juzgar por el número de pasitos que da antes antes de llegar, rauda y veloz, al excusado, no me extraña. O eso, o que la chiquilla le tiene mucho apego a la porcelana. Pero no, porque la performance se repite todos días, y quiero pensar, porque tengo mis sospechas, la verdad, que en el water (apenas un metro y medio cuadrado) hay dragón encerrado...

Rebusco en mis viejas anotaciones para Mi investigación más preciada:

“Pronto retomaré lo de los chinos (material confidencial), pero mientras debo investigar (¿espiar a un espía tiene algún año de perdón?) qué carallo pintan los dos estudiantes (chico y chica) de la London School of Economics encerrados siempre juntos en el WC.

¿Es su laboratorio de fotografía clandestino?, ¿preparan armas químicas los muy hijos de puta?, ¿se cambian las caretas para desdoblarse en sus funciones?, ¿sufren o sienten placer compartiendo rumores y secreciones?

Si se diese el segundo caso, ¿a quién le gusta mirar?, ¿a él o a ella?, ¿sólo miran?, ¿les gustaba ya antes o le cogieron gusto tras la convivencia forzada por la agencia de inteligencia (aunque estos me parecen cada día más tontos) china?

Pero ¿les mandan de verdad sus jefes ir siempre juntos al baño, sea la hora que sea, o es que ellos son así?”

Como diría Millás, qué raro es todo.

Publicado el viernes, 28 de enero de 2005, a las 15 horas y 17 minutos

DESDE EL SAVOY.. Era muy tarde aquella noche en el club y si la recuerdo es porque aquélla fue una de esas mujeres que te hicieron mella porque eran capaces de soñar con hambre.

José Luis Alvite. Almas del nueve largo.

Publicado el jueves, 27 de enero de 2005, a las 18 horas y 00 minutos

HAY OTROS CHINAFLAT, PERO ESTÁN EN ÉSTE. Hoy estoy disgustado. Mis acercamientos a Lin son liliputienses. Esta mañana he sabido que mi ecobarbie favorita mora en un apartamento de Camden Town con varios paisanos. Chinos, se entiende.

Desconozco la cantidad pero no la calidad: para ella, si falta uno de sus coinquilinos no se pone el sol. Como explicarlo sin que se me rasgue la voz…

Lin… tiene… novio.

Mientras le extraía con paciencia oriental tamaña y fúnebre noticia, me sentí como un dentista extirpando las muelas del juicio a una florecilla amarilla. La sentencia no tardó en llegar: me declaré culpable.

Culpable por no percatarme de que la inabarcable belleza de Lin tiene cancelas.

Culpable por no intuir la presencia vigilante de un pastorcillo republicano, socialista y popular.

Culpable por no darme cuenta de que hay otros Chinaflat, pero están en éste.

En fin, a medida que encajaba una interrogación con otra, me sentía inocente inocente. Inesperadamente, ella, insensible, dejó escapar por su boquita de grosella la palabrota boyfriend.

Entonces, mi rostro se volvió rojo y, por un puñetero instante, me sentí cercano a ella.

Publicado el miércoles, 26 de enero de 2005, a las 13 horas y 49 minutos

CARTA PRETÉRITA A X.C. Autumn, IV Months Before Chinaflat.

Yo (te) escribo, Chapela, pero no (te) envío. Ayer, por ejemplo, redacté y borré cuatro o cinco apuntes a tu antepenúltima ocurrencia (insistías en el desamor, que no es el peor de los estadios, aun jugando en Primera).

Pero pienso en las gansadas que acierto a escribir y las desecho. A veces, incluso, la frase es tan hecha que ni en broma. Por ejemplo, “que voy a decirte que tú ya no sepas” repugna, y yo no tengo la intención de perder amigos por el camino.

Yo no me mato a pajas. No escribo “ya no me mato a pajas" porque he prometido volver, pero vivo en una casa con las paredes de papel (lo de fumar tampoco es fácil, porque todos son de la liga antitabaco y, además, saben que dejé los cigarrillos hace un año: al fin llegó la cosecha) y las acometidas cotizan al precio del tomate.

En todo caso, venceremos.

Vivía yo con mi ausencia, estirando los días (Won se ha ido pero nadie ha vuelto) y acunando proyectos futuros, cuando el presente ha llamado a mi puerta. Las cosas se precipitan y hasta creo que, a pesar de las desventajas, es bueno que así sea: esperar es un verbo melancólico.

Tendré, pues, que ponerme con el inglés en serio (sobran las bromas respecto a que me gusta más el francés), ajustar unos cabos y cruzar los dedos. No vaya a ser que hablar demasiado atraiga la mala suerte.

Won no tenía entre 12 y 18 años, pero tampoco voy a explicar si tenía menos de una docena o más del mínimo que te cargaste hace unos cuantos años, cuando entonces sí tenía sentido (en absoluto pretendo ser un moralista, yo también tengo patillas y respiro). A mí me regalaron a Won como a otros le regalaron un tren eléctrico.

Por cierto, hago un inciso para que no se te circuncide la vista con tanto paréntesis y guión:


- El mío apenas echaba humo.

- Además: el Porsche de Rico (¿doce o quince billetes de los de antes?, manda carallo) nunca funcionó; siempre he sospechado que mi madre, de una manera u otra, nunca terminó de creérselo (el defecto de fábrica, vamos), pero yo sé que por ahí hubo mas quejas. Tengo un primo al que tampoco le furruló (ojo con la modernidad del coche, porque el mando a distancia no tenía un cable que lo uniese al deportivo, como le ocurría al clasico Mercedes –ese sí que sí– también de Rico: en este caso, lo malo es que había que correr la hostia).

- Intento recordar: creo que por ahí hubo otro aparato fallido, pero no lo alcanzo. Ah, sí, el tren de los Coman Boys, o Airgam Boys (eran como unos Cliks de Famobil pero mas pequeños y refinados, no recuerdo muy bien el nombre): el caso es que era un tren cojonudo (grande, eso sí, porque medio cabían los muñecos, aunque la red ferroviaria era escasita) pero con una corta esperanza de vida. Mi madre incluso me dice ahora que siempre tuve unos buenos reyes. Qué le voy a decir.

A mí me regalaron a Won como a otros le regalaron un tren eléctrico, decía, pero ella también se fue y no me dejó ni un copo de humo (ése vino después y no precisamente por tren). Fueron buenos tiempos para la lírica (mayormente haikus) pero, tras su marcha, mis días se convirtieron en una tierra baldía.

He ido a muchas exposiciones en otras tantas galerías del West End y del East End (la zona ésta, muy interesante), he visto en pantalla grande el Decálogo de Krysztof Kieslowski (me perdí el tercer y el cuarto mandamiento por motivos de curro, que anda más bien escaso), he bebido muchas pintas y también he dejado de hacerlo (el espejismo duró diez días, pero la reanudación ha sido muy suave: la pipa prometía y yo no quería tener deudas con ella), he caminado en soledad.

Ayer, por cierto, me fui de birras con londinenses. Suena a chino (aunque hablaban inglés) pero no es nada, nada fácil. Creo que nos entendemos. Estuvo bien. La historia es que, durante el London Week Design Festival, me acerqué a un espacio de arte (llamemosle así, sin entrar en consideraciones tipo underground, alternativo o independiente, que hace años que han visto desvirtuado su significado) y, en un edificio anexo, vi una puerta abierta, unas escaleras empinadas y, en el segundo piso, mi café.

Allí conocí a Matthew, que organiza pases de vídeos y cortos los martes (ayer me presentó a sus colegas como “un habitual” del sarao, si entendí bien, claro, que éste habla como los patos, el cabrón: es buena gente, se le ve en cara, pero la dicción no es su fuerte), y me comentó si quería tomarme unas pintas.

Dejé atrás el capuccino (bueno, lo engullí de un sorbo, y lo de capuccino es un decir) y le pedí, en un requiebro que ni quiero recordar, el teléfono a ella. Trabaja allí.

Laura tiene truco (o, lo que es lo mismo, novio). Laura es malagueña y morena.

Aunque parezca mentira, te leo todos los días. Todos. Pero lo hago a hurtadillas, escribiendo de tapadillo, por la puerta de atrás. En ocasiones, me animo a teclear algo (casi siempre respondo mentalmente o me reenvío un mensaje) pero después lo pinto de blanco.

Más nada.

Me voy pero vuelvo, aunque ahora me lleve el viento
.


Matías Bruñulf desde el Cyberchino, Camden Town.
Sin título (Carta pretérita a Xurxo Chapela)
.

Publicado el martes, 25 de enero de 2005, a las 18 horas y 09 minutos

DESDE EL ÁLAMO ALADO.. Ya no está bien cómo me miras / Parece como si me amases.

Brigado Perón. Pensamientos funestos sobre la marginal estupidez.

Publicado el martes, 25 de enero de 2005, a las 16 horas y 33 minutos

¿DÓNDE ESTÁ LEONARD? A.K.A. RETRANCA SOCIALISTA. Buscando desesperadamente en un encuentro digital con Carlos Boyero una cita gloriosísima sobre la última voz de Leonard Cohen, mi Chinalady abre la puerta (aquí todo es de todos: la discreción...) y me comenta que los pubs británicos van a ampliar su horario de cierre, establecido a las once.

- Estarás contento, ¿no?, Matías.

Para mí que el ¿no? es un do you? o un won't you?, pero ni me acuerdo de lo que me dijo porque:

- Uno: creo que el editor o el mandado del periódico digital de marras ha suprimido, quizás tachándolo de misógino, el hallazgo, pues habrá pillado (de un zarpazo) la frase pero no la idea.

Poor Leonard.

- Dos: y la china, ¿qué me está contando? ¿Acaso tienen los chinos retranca? ¿O son alérgicos a la cebada?

Es que no beben, no viven, no traspasan.

Oh, my Mao!

Publicado el lunes, 24 de enero de 2005, a las 20 horas y 07 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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