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LAS CANCIONES DE GARABATOS (DESCONOZCO EL AUTOR). Las cosa fingen.- Reflexión a medio tiempo sobre la relación entre el hombre y sus cosas en tiempos de mudanza emocional.

Baile de peces.- Rock semiacústico con aires de music-hall para dibujar la coreografía de los peces que acompañan a nuestro héroe, mitad Huckleberry Finn, mitad cantante de un vodevil musical surrealista.

En tu estampa.- Lo más parecido a una ortodoxa balada de piano como vehículo de un poema críptico, pero que nos llega lleno de imágenes de belleza cercana.

Pensando no se llega a ná.- Rock suave con la guitarra de Pablo Novoa haciendo diabluras y una letra que previene contra las sobredosis de reflexión y en beneficio de la acción directa.

Ñam Ñam.- En el delicado rol de crooner eléctrico, Josele va deslizándose sobre el órgano de Lucca Frasca para relatar nada menos que el invento del beso, que tuvo lugar, como no, en el marco incomparable de un bar.

Farol.- Tema preñado de casticismo, contiene algunos de los mejores versos del disco – “Y me sirve dolor, cuando le he pedido alegría…” con los que revestir a uno de esos tiernos perdedores que ahogan su peripecia personal en océanos de alcohol. Perdedores en todo, menos en dignidad.

Luna nueva.- Canción de base acústica que parece escrita para ser interpretado de la noche, al aire libre, delante de un fuego y excelentemente bien acompañado. Otro lujo íntimo de Josele.

Garabatos.- La conexión brasileña-rumbera de aquella manera para otra extraña pieza en la que resulta delicioso dejarse llevar por el cello y en la que Josele canta más rítmico que nunca, gracias a la especial conjunción de Ricardo Moreno, a la batería, y José Luis Hernández McCartney, al bajo.

Santo de nadie.- Otra historia de inadaptados o más bien de adaptados a su propia rueda únicamente la de ese ladrón de entierros que vive entre las notas de la canción.

Sin remedios.- Josele, de este lado del cristal, ejecuta otra pieza de rock a ritmo vacilón y guitarra que traza ácidos arabescos en el suave desarrollo final.

Buonanote Fiorellino.- De propina, Josele hace suyo esta hermosísima canción de Francesco De Gregori. Bello final para un disco.

Leído aquí, vía Requesound. La foto de la izquierda reproduce la portada de Garabatos, el último disco de Josele Santiago, a la venta el once de septiembre.

Publicado el sábado, 26 de agosto de 2006, a las 1 horas y 19 minutos

DESDE LA CIUDAD QUE ALBERGARÁ SU REGRESO AL PALCO... São Paulo es la ciudad que se aprende a amar con un amor sufrido, trabajado, construido y finalmente correspondido de manera sólida y graciosa como la propia ciudad.

Chico Buarque, quien presenta Carioca en SP después de ocho años sin publicar nada nuevo, en lo que será su quinta gira en treinta años.

Publicado el sábado, 26 de agosto de 2006, a las 1 horas y 14 minutos

TODO SEA POR DAR LA NOTA. Me meto en Requesound para dejar un mensaje y éste desaparece. Tecleo (valga esta reproducción como anzuelo, a ver si en esta charca hay suerte):

Como aquí te olvidas de escribir el nombre arriba y, una vez que le das a enviar, ya te puedes ir olvidando del comentario, sumido a través de la circunferencia del desagüe, que tiene un algo de esfera numérica de teléfono viejo, que no el góndola, qué nombre, pues me proponía abreviar sin parecer maleducado.

El motivo del comentario era preguntar si alguien tiene alguna canción del último disco [de Josele Santiago] y, en caso afirmativo, la podría enviar por correo electrónico. O si saben de algún chiringuito virtual en el que se pueda escuchar algún corte. Infinitamente agradecido.

A todo esto, a saber adónde van a parar todas estas letras perdidas, párrafos húerfanos y familias de palabras enteras. Me las imagino en un subterráneo, que bien podría ser paso entre aceras o estación de metro, acurrucadas las tildes, los puntos, las comas y los palitos, recibiendo el calor (literal, no humano) de las enes (que se convierten así en eñes: algo bueno tenían que tener las desapariciones), de las oes, de las mayúsculas, mirándose unos a otros en su circunstancial refugio alfabético y esperando a que el ruido pase, como si se tratase de un ataque aéreo. A lo lejos, las eles, las efes, las haches y las bes, por aquello de la altura y del estiramiento de la oreja, perciben voces que proceden del extremo del túnel (si se tratase de una estación de metro), a saber si de mensajes de texto, en este caso, inmóviles.

Publicado el sábado, 26 de agosto de 2006, a las 1 horas y 10 minutos

CARLINHOS: usted me supera por la derecha y por la izquierda. Dudo que incomodase a sus vecinas usuarias de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid, pero pongo el churrasco en sus manos y, si usted dice que el chorizo criollo está a punto, servidor se fía, aunque por mí no deje que la carne noble pierda su rojez. Tanta ternura me trae ahora a la cabeza a Elodie Bouchez, habitando un veraniego vestido sobre una pradera del profundo sur estadounidense: échele un vistazo a Too Much Flesh (Demasiada Carne), de Pascal Arnold y Jean Marc Barr (sí, el protagonista de El Gran Azul o Europa, y actor fetiche de Lars Von Trier). El rojo de Elodie es diferente al de Irène, más -dentro de su sencillez- sofisticada, apenas como la tilde al revés: I-rè-ne.

Y no recuerdo si fue Rojo o Blanco, pero no Azul. La primera entrega de la trilogía la vi solo, como debe ser, y la sensación de ahogo, pero también de alivio, aspire/expire, todavía está ahí, como un trozo de pan que no se quiere desprender de las faldas de su garganta.

En todo caso, esas cosas no se follan. Serían las hormonas, tan alegres ellas, por entonces.

Recibe un fortísimo y blanco abrazo,

Matías

Publicado el viernes, 25 de agosto de 2006, a las 18 horas y 53 minutos

DESDE EL JARDÍN DE SOO WONG... En este Carnet de Voyage, tengo un nuevo calendario del 2005, y dentro de 30 noches subiré por los acantilados del océano donde las casas visten un abrigo de pizarra para formar un camaïeu de grises típicos de los climas templados. Pienso en Chinaflat y sus excusados, en las paredes frías de un invierno británicomounchino. ¿Podríamos compartir un viento, una ráfaga, una tormenta celta, un arroz chino, un sake or a nice cup of tea de mil flores o canela, una paella o prefieres horchata y, si no hay, pues una guinness o mi propia agua?

Sobre mis ruedas tengo un viejo mapa de 1976, pero no sé si con eso podría yo hacer como don quijote, viajar por tierras en busca de...


De la metabitácora rasgada de Hunot.

Publicado el viernes, 25 de agosto de 2006, a las 5 horas y 39 minutos

POLAQUITO, DIMINUTIVO DE POLACO. Dado que ya vi unas tres o cuatro veces No amarás, me asalta la duda de si tengo o no ganas de volver a ver cómo cae la botella de leche en la mesa de la Mrs. Robinson polaca. No sé por qué voy a dar con mis retinas en el pésimo trabajo de un hiriente reportero de la BBC sobre Michael Jackson y, cuando me dispongo a averiguar cuál será la película que seguirá a la de Kieslowski, emitida por Telecine Cult, me doy cuenta de que me estoy perdiendo un documental en el que el director de La doble vida de Verónica destripa Tres colores. Hay personas que gustan de Blanco por encima de Azul o Rojo. No sé cuál prefiero de estas dos últimas, quizás la primera, aunque estaría bien un segundo visionado, a poder ser en pantalla grande.

Cuando los tiempos de Chinaflat, acudí durante un par de semanas a los londinenses Riverside Studios, en Hammersmith, para ver un ciclo de Kieslowski, lo que me permitió conocer los filmes proletarios de sus inicios, antes de que Francia le abriese las puertas, y algún capítulo del Decálogo. Recuerdo ahora el de los sellos, y éstos me llevan al chocolate griego, este país se va a la mierda. A todo esto (y aprovecho para cruzar el Río de la Plata después de apearme en Constitución, donde El Polaquito tangueaba), ¿qué hace la apocada señora a la mañana siguiente?

Antes de responder, digan todos: Whisky.

Publicado el viernes, 25 de agosto de 2006, a las 4 horas y 58 minutos

TE HE ESCRITO. Ese sentimiento del paso irremediable del tiempo que me acompaña desde no recuerdo cuándo. La sensación de que todo pasa muy deprisa, pero con sutileza y disimulo, como si cada día tuviese veinticuatro horas pero, todas sumadas, meses después, apenas ocupasen un par de páginas del calendario. Estoy bien. Contento. En tránsito. Y no me refiero a un estado meramente físico. Dentro, el deseo acolchado, vago, de seguir aquí. Y de marchar muy lejos, a la otra punta, sabiendo que el momento presente, el espacio actual y también sus gentes, abiertas y agradables, serán añorados. São Paulo es una ciudad fea y excluyente, pero con encanto: un encanto decadente. São Paulo es una ciudad de puertas adentro, donde todo acontece entre cuatro paredes. Ciudad de noche. Donde la gente no pasea. Me gusta São Paulo. Me imagino que yo también le gusto a ella. No faltará mucho para que comience a echarla de menos. Quizás, incluso, lo haga en tiempo presente. Espero que estés bien. Que todo te sonría. Matías.

Publicado el viernes, 25 de agosto de 2006, a las 2 horas y 01 minutos

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Ilustración de Toño Benavides
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